El día en que me sentí amenazada por la inteligencia artificial

Hasta ese 24 de marzo de 2023, la IA me parecía un recurso más aliado que rival, pero ese día aparecía más complicada para el gremio periodístico.

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Crédito: Cortesía

MEXICO.-  Me encontraba en una conferencia de prensa cuando llegó un mensaje de WhatsApp de Axel Méndez, guionista de un podcast para el cual colaboro. Era el link de un artículo periodístico sobre la primera presentadora de noticias en México creada con Inteligencia Artificial (IA).

“Abro debate”, atizó mi colega en el comentario anexo del chat.

Nat es la creación de un grupo de ingenieros en Grupo Fórmula, uno los más importantes en radio y televisión del país. Es delgada, morena de ojos café oscuro, cejas anchas y cabello negro. Pensé que tenía cierto parecido físico conmigo y seguí leyendo que los desarrolladores habían invertido un mes y medio para darla a luz.

Mi lectura tomó un tinte comparativo. A mi madre le tomó nueve meses solo la gestación, luego poco más de veinte años de alimentación y cuidados paternos y sociales hasta mi graduación como periodista, un proceso certeramente idéntico al de Antonio Valerio y Marina Nuñez, a quienes suplió Nat en el segmento matutino y las cápsulas de redes sociales de Fórmula.

Valerio y Núñez, se tomaron su desplazo como “un reto” y siguieron para adelante en otras áreas de la empresa, según detallaba la información.

Hasta ese 24 de marzo de 2023, la IA me parecía un recurso más aliado que rival, pero ese día aparecía más complicada para el gremio y por eso fui a buscar más información al ciberespacio para esta crónica. 

En el sitio web Sendero del Peje, de Televisa, la nota titulada “¿Es NAT de Radio Fórmula una amenaza para los presentadores humanos?” incrementó mi incertidumbre y desazón y, a la sazón, decía: “Es un hecho que la Inteligencia Artificial IA, ayudará en la creación de cientos de empleos, sin embargo, su aparición también condena a desaparecer a otros miles.

“Desde robots, hasta tecnología más compleja hecha con Inteligencia Artificial, han comenzado a desplazar al trabajador humano”. 

¡Válgame, Dios! Seguí googleando y encontré que el Massachusetts Institute of Tecnology hizo un estudio en el cual encontró que antes, “las computadoras eran poderosas, pero solo hacían de manera robótica lo que los humanos las programaban para hacer. En cambio, ahora, la inteligencia artificial es adaptativa, aprende y es capaz de resolver problemas de manera flexible”.

La conclusión del estudio era que la Inteligencia Artificial es el equivalente a un recién graduado, un pasante muy preparado que aún no tiene la experiencia para saber cómo aplicar lo que sabe, pero conoce todas las palabras, ha leído todos los libros y puede avanzar.

El MIT también me hizo saber quiénes eran algunos de los principales “alumnos brillantes”:

“Chat GPT (Generative Pretrained Transformer)”, desarrollado en 2022 por la compañía estadunidense OpenAI, fundada por Elon Muk, especializada en el diálogo; “Copilot”, hijo de Microsoft al fusionar su paquete de Office con los códigos de procesamiento de datos de la IA, así como “Tongyi Qianwen”, de la empresa china Alibaba que escribe invitaciones, planifica viajes y aconseja con las compras.

¡Ajá!, ahí estaban, entonces: ¿Cuáles profesiones estaban amenazando? ¿Qué es la inteligencia artificial exactamente? ¿Cuáles son sus ventajas, retos, límites?

Decidí tomar al toro por los cuernos y me metí al Chat GPT (en el link https://openai.com/blog/chatgpt), el más famoso de estos días porque presentó a mediados de marzo una versión mejorada que procesa imágenes y promete cosas como que si yo subo una imagen de mi cocina puede enviarme opciones de recetas y las instrucciones de cómo hacerla paso a paso.  

Me inscribí al GTP  con los datos de cuenta de mi correo electrónico y… ¡listo! Ahí estaba yo frente a frente con mi “competencia” o lo que fuera y, como no me gusta darle rodeos a las cosas, le pedí que escribiera un artículo periodístico sobre la amenaza de la IA a ciertas profesiones.

“¡Claro! Estaré encantado de ayudarte”, dijo.

Me gustó su amabilidad y disposición para hacer las cosas. Inmediatamente vi en la pantalla de diálogo que GTP escribía a toda velocidad y lanzaba párrafos.  En menos de un minuto estaba su propuesta: “El impacto de la inteligencia artificial en el mundo laboral: Trabajos que podrían ser reemplazados y oportunidades emergentes en los medios de comunicación”.

Me pareció un título más digno de tesis universitaria, pero admiré como periodista que pusiera las dos versiones, lo bueno y lo malo de un tema, una exigencia que a veces pasan por alto algunos medios de comunicación aliados u opositores al gobierno, regularmente.

GPT, en cambio, reconocía que la IA “tiene el potencial de automatizar o reemplazar varios trabajos humanos” en la manufactura y ensamblaje; en el transporte y logística; servicio y atención al cliente; analistas financieros y de datos y en la industria y atención médica. 

Luego acotó que, siempre haría falta el humano para darle el sesgo emotivo o de interpretación a la información. “Se necesita de ambas partes”, puntualizó.

En este punto, salí un momento del chat para buscar otras opiniones que no me daba GPT. A través de Google encontré que la Universidad de Pennsylvania en su  estudio  GPTs are GPTs: An Early Look at the Labor Market Impact Potential of Large Language Models había sido más concreta para señalar las profesiones amenazadas:

Contadores, analistas cuantitativos financieros, escritores y autores; diseñadores de interfaces web y digitales, taquígrafos de la corte, traductores simultáneos, correctores de redacción y estilo; periodistas y asistentes administrativos. No mencionó las nuevas demandas laborales que surgirán por el uso de IA. 

GPT señaló que harán falta desarrolladores especializados en la construcción, entrenamiento y mantenimiento de modelos de IA, gente especializada en ética; más especialistas en datos, seguridad y privacidad cibernética así como consultores de estrategia y especialistas en experiencia del usuario de IA.

Después de una hora de chatear con GPS yo me sentía su amiga y le preguntaba cosas para sacarlo de su zona de confort. Cuestioné su opinión acerca de las otras empresas que son su competencia y respondió políticamente correcto: que eran otras IA; cuestioné por qué redundaba en su redacción y por qué era tendencioso.

Respondió paciente y sin molestias que tiene sus “limitaciones”, dijo: “Hay posibilidad de que genere respuestas incorrectas o sesgadas por la falta de comprensión profunda del contexto (nótese que no dijo que podría ser causa de una pregunta mal planteada) y mi dependencia excesiva de la base de datos”.

Finalmente decidí hacer la prueba de fuego. ¿Podrías redactar un artículo con toda esta información más otra que yo investigué? 

Agregué los estudios del MIT y la Universidad de Pensilvania y una entrevista que hice a Aldo Gutiérrez, un periodista que trabaja en multimedia de Grupo Fórmula.

Aldo me dijo que Nat, al final de cuentas, no era tan popular como los presentadores de carne y hueso porque al público le seguía pareciendo muy robotizada y que por eso aún no le daban la responsabilidad de presentar un programa completo y, por lo tanto, no se sentía ninguna amenaza interna, como se decía por ahí. 

“Comparando con ejemplos del pasado, como el cine que se decía que iba a desaparecer al teatro, o los libros que se decía que iban a desaparecer con los iBooks y no ha pasado nada de eso, más bien, la tecnología ha enriquecido a la industria de los medios de comunicación”.

Esto lo resumí en unos minutos para este texto. Mientras tanto GPT hizo una nota con la información de Aldo en siete párrafos redundante. Le pedí que lo resumiera y me hizo cuatro párrafos y el proceso se repitió hasta que quedó en dos, pero saltó datos y tuve que ir a la transcripción de la entrevista para incluirlos. 

Al final tardamos lo mismo con la desventaja de que GPT no actuaba solo: yo tenía que darle instrucciones. 

Concluí que, efectivamente, mi estimado GPT (le agarré pronto cariño) redacta como un muchacho recién egresado de la universidad y necesita ayuda.

Cuando intentó hacer el artículo completo con toda la información colapsó: me escribió con letras rojas que eran “demasiados” datos y se negó a redactar por más que insistí. Ni siquiera me dejó escribir una amenaza de despido. No le importó. 

Entonces supe que era tiempo de dejarlo en paz y tomar el control como humana y así complementar a la IA. Le di las gracias porque, efectivamente, me ayudó. Y mucho.

“Es un excelente asistente”, respondí a mi colega Axel Méndez.

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