Medicamentos agonistas de la dopamina pueden provocar conductas sexuales “desviadas”, según la BBC
Pacientes con Parkinson denuncian que fármacos dopaminérgicos causan impulsos sexuales incontrolables. GSK conocía el riesgo desde 2003

Crédito: mikeledray | Shutterstock
Un grupo de pacientes que toman agonistas de la dopamina para tratar el Parkinson y el síndrome de piernas inquietas han denunciado que estos fármacos han desencadenado impulsos sexuales incontrolables. Desde exhibicionismo hasta adicción al sexo e incluso pedofilia, los afectados aseguran que estas conductas han arruinado sus vidas, dejándolos sumidos en la vergüenza y la desesperación.

Los agonistas de la dopamina imitan la acción de la dopamina, un neurotransmisor clave en el control del movimiento y la sensación de placer. Sin embargo, estos medicamentos pueden alterar el equilibrio químico del cerebro, intensificando los sentimientos de recompensa y, al mismo tiempo, reduciendo la percepción de las consecuencias de las acciones. Estudios han revelado que entre un 13 % y un 24 % de los pacientes con Parkinson tratados con estos fármacos desarrollan trastornos del control de impulsos, un efecto secundario que, aunque reconocido en la información médica, suele pasar desapercibido o no diagnosticarse adecuadamente.
Una investigación de la BBC descubrió que la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) tenía conocimiento de estos riesgos desde al menos 2003. Un informe interno de la empresa, revisado por la cadena británica, detallaba casos de “conducta sexual desviada” en pacientes que tomaban el agonista de la dopamina Ropinirol. Uno de estos casos incluía a un hombre de 63 años que agredió sexualmente a una niña de siete años después de experimentar un aumento drástico de su libido debido al medicamento. A pesar de estos antecedentes, los afectados afirman que sus médicos no les han advertido sobre estos efectos adversos.
El impacto de estos fármacos ha sido devastador para muchas personas. Más de 20 mujeres relataron a la BBC que sus vidas fueron destruidas tras tomar agonistas de la dopamina. Claire, una de las pacientes entrevistadas, explicó que comenzó a experimentar un deseo sexual incontrolable después de un año de tratamiento con Ropinirol. Sin comprender lo que le ocurría, empezó a salir de casa en la madrugada en busca de encuentros sexuales y a vestirse de manera provocativa, exhibiéndose ante extraños, a pesar de estar en una relación estable. “Sabía que algo estaba mal, pero no podía detenerme”, confesó. Su comportamiento errático solo cesó cuando dejó de tomar la medicación, pero el daño emocional y social ya estaba hecho.
Otro caso es el de Sarah, quien comenzó a tomar un agonista de la dopamina en sus 50 años y vio cómo su bajo deseo sexual se transformó en una obsesión incontrolable. Empezó a vender ropa interior y videos explícitos en línea, mantener relaciones sexuales telefónicas con desconocidos y comprar compulsivamente, acumulando una deuda de 30.000 dólares. En un intento desesperado por manejar sus impulsos, recurrió a la automedicación con analgésicos opioides y somníferos, lo que la llevó a una rehabilitación forzada, la pérdida de su empleo y la revocación de su licencia de conducir. “Sabía que no era yo misma, pero no tenía control sobre mi cuerpo ni mis decisiones”, relató.

En 2011, un grupo de pacientes presentó una demanda colectiva contra GSK, acusando a la empresa de no advertir adecuadamente sobre los riesgos de Ropinirol. Los demandantes argumentaron que la compañía no incluyó información clara sobre estos efectos secundarios hasta 2007, a pesar de contar con estudios que establecían el vínculo entre el medicamento y los comportamientos impulsivos desde el año 2000. Aunque el caso se resolvió fuera de los tribunales, GSK negó cualquier responsabilidad.
En respuesta a la investigación de la BBC, GSK declaró que Ropinirol ha sido utilizado en más de 17 millones de tratamientos y ha pasado por rigurosos ensayos clínicos, demostrando ser eficaz y seguro dentro de su perfil de riesgo. La empresa insistió en que los posibles efectos adversos están claramente señalados en la información del medicamento, aunque los pacientes afectados sostienen que estas advertencias no son suficientes y que la falta de información ha tenido consecuencias devastadoras en sus vidas.
Mientras los afectados exigen mayor transparencia y advertencias más contundentes, la comunidad médica sigue debatiendo sobre la necesidad de evaluar con mayor detalle el impacto de estos fármacos a largo plazo. En Estados Unidos, la Academia de Medicina del Sueño recomienda que los agonistas de la dopamina solo se utilicen en tratamientos de corto plazo y en casos específicos, como los cuidados paliativos, para minimizar el riesgo de efectos secundarios graves.
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