Cómo se comportan las células del cáncer de mama en el cuerpo

Científicos descubren cómo células del cáncer de mama entran en latencia y reaparecen más agresivas, abriendo camino a posibles nuevos tratamientos

Análisis de resultado de una mamografía para la detección de cáncer de mama

Análisis de resultado de una mamografía para la detección de cáncer de mama Crédito: Shutterstock

Aunque la medicina oncológica ha logrado avances notables, el cáncer de mama aún guarda secretos inquietantes. Uno de ellos es su capacidad para reaparecer años, incluso décadas después de haber sido aparentemente eliminado del cuerpo. Esta temida reaparición se relaciona con células tumorales que, lejos de desaparecer, entran en un misterioso estado de letargo, permaneciendo invisibles e inactivas hasta que algo, aún desconocido, las despierta con renovada agresividad. Un reciente estudio del Instituto de Ciencias Weizmann, dirigido por el profesor Yosef Yarden, arroja nueva luz sobre los mecanismos que provocan esta latencia y su reactivación, revelando procesos biológicos que podrían cambiar la manera de tratar el cáncer de mama y quizás otros tipos de cáncer.

A lo largo de la vida de una mujer, el tejido mamario atraviesa múltiples transformaciones, desde el desarrollo embrionario, pasando por la pubertad, hasta el embarazo y la lactancia. En cada una de estas etapas, las células del tejido mamario transitan entre un estado primitivo, denominado mesenquimal, caracterizado por células móviles y de rápida división, y un estado epitelial más maduro, donde las células se estabilizan y se dividen lentamente. Es justamente este dinamismo lo que el cáncer parece aprovechar. En su origen, las células cancerosas regresan al estado mesenquimal, lo que les permite dividirse descontroladamente y diseminarse. Pero luego, algunas de esas células migratorias hacen lo contrario, regresan al estado epitelial, deteniendo su actividad y escondiéndose en otros órganos o en la propia mama.

El equipo de Yarden sospechaba que estas células no se limitaban a “pausarse”, sino que imitaban un proceso biológico natural. Para comprobarlo, utilizaron un modelo tridimensional del entorno tumoral, desarrollado en colaboración con la Universidad de Haifa, y manipularon células del tipo más agresivo de cáncer de mama, el triple negativo. Mediante ingeniería genética, lograron que estas células produjeran más proteínas OVOL, clave en la maduración celular natural. Los resultados fueron asombrosos, la sobreexpresión de estas proteínas detuvo el ciclo de vida de las células malignas y las indujo a un estado latente tanto en cultivos como en ratones con implantes tumorales humanos.

Aunque esto parecía una vía prometedora para controlar la progresión del cáncer, surgió una nueva inquietud. El estudio reveló que muchas pacientes con cáncer de mama ya presentan niveles elevados de una de estas proteínas, OVOL1. Esto sugiere que, si bien OVOL1 puede frenar la proliferación a corto plazo, también facilita que las células cancerosas entren en estado de latencia, sobrevivan en silencio por años y, eventualmente, regresen con mayor agresividad. Además, los investigadores identificaron un vínculo entre los niveles de estrógeno y la expresión de OVOL1, el estrógeno la suprime, mientras que ciertos factores de crecimiento la potencian. Por eso, en mujeres con niveles bajos de receptores de estrógeno y altos de OVOL1, el cáncer suele reaparecer con mayor virulencia.

Indagando más allá, los científicos descubrieron que durante su “sueño”, las células latentes acumulan radicales libres —moléculas inestables que dañan el ADN— y alteran sus mecanismos de reparación genética. Esta combinación explica por qué, al reactivarse, estas células presentan más mutaciones y son más resistentes a los tratamientos tradicionales.

El hallazgo representa un cambio radical en la forma en que entendemos la latencia tumoral. Lejos de estar en pausa, estas células viven un proceso de transformación silenciosa y peligrosa. Además de ofrecer una explicación a la reaparición agresiva del cáncer, los investigadores abren la puerta a nuevas estrategias terapéuticas, que podrían enfocarse en impedir la entrada en latencia o evitar la reactivación. Si estas estrategias se confirman en estudios clínicos, podrían aplicarse no solo al cáncer de mama, sino también a otros tipos de tumores que presentan comportamiento similar.

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