Por qué América Latina encabeza la lista mundial de pérdida de bosques tropicales y cuáles son los países más afectados
Brasil y Bolivia ocuparon el primer y segundo puesto, respectivamente, entre los países que registraron una mayor pérdida de hectáreas de vegetación en 2024

Incendio en la Amazonía de Brasil en 2023. Crédito: Getty Images
2024 no fue un buen año para los bosques tropicales del mundo, y en especial para los de América Latina.
Unos 6,7 millones de hectáreas de áreas selváticas se perdieron en todo el planeta, casi el doble de lo registrado en 2023, según los últimos datos del Laboratorio de Análisis y Descubrimiento Global de Tierras de la Universidad de Maryland (Estados Unidos).
Las estadísticas, las cuales están disponibles en la plataforma Global Forest Watch del World Resources Institute, revelaron que el 71% de las zonas boscosas destruidas se concentraron en seis países latinoamericanos, siendo Brasil y Bolivia los que lideran la lista.
La principal causa de la pérdida de las selvas fueron los incendios, algo que no se había visto hasta el momento, pues históricamente la culpable era la tala con fines agrícolas y ganaderos, se lee en el reporte, el cual fue elaborado a partir de imágenes satelitales.
“Este nivel de pérdida de bosques no se parece a nada que hayamos visto en más de 20 años”, afirmó Elizabeth Goldman, codirectora del Global Forest Watch, en un comunicado.

Los primeros lugares
Brasil, el país con mayor área boscosa tropical del planeta, también fue el más perdió el año pasado. El gigante sudamericano vio desaparecer unas 2,8 millones de hectáreas, lo cual representó el 42% del total a nivel global, se lee en el estudio.
La selva amazónica y la región de El Pantanal, fronteriza con Bolivia y Paraguay, fueron las áreas más afectadas.
“La Amazonía experimentó su mayor pérdida de cobertura arbórea desde 2016”, arrojó la investigación.
Los datos suponen un duro retroceso para Brasil, que en 2023 consiguió una significativa reducción de la superficie boscosa destruida. Una disminución que muchos atribuyeron a las medidas adoptadas por el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.
Nada más asumir el poder en enero de 2023, Lula Da Silva revocó algunas de las controversiales decisiones adoptadas por su antecesor, Jair Bolsonaro, quien facilitó a los ganaderos el porte de armas y redujo el financiamiento a los organismos encargados de la protección y vigilancia del Amazonas y de las zonas indígenas.
“Brasil ha logrado avances bajo el presidente Lula, pero la amenaza a los bosques persiste”, afirmó Mariana Oliveira, directora del Programa de Bosques y Uso del Suelo del World Resources Institute en el país suramericano.

“Sin una inversión sostenida en prevención de incendios comunitarios, una aplicación más firme de la ley a nivel regional y un enfoque en el uso sostenible del suelo, los logros arduamente conseguidos corren el riesgo de deshacerse”, alertó.
Con más de 1,8 millones de hectáreas destruidas, lo cual implica el doble del año anterior, Bolivia escaló al segundo lugar entre los países que más superficie boscosa perdieron en 2024, revela la investigación.
El ascenso de Bolivia es llamativo, porque superó a la República Democrática del Congo, la cual terminó en tercer lugar. Esto, a pesar de que la superficie selvática del país andino es solo el 40% de la que posee el país africano.
A diferencia de Brasil, las autoridades bolivianas parecen haber contribuido a esta situación. ¿Cómo? Al restar importancia a la prevención de incendios y apoyar la expansión de la actividad agropecuaria, con lo cual “contribuyeron a los incendios”, se afirma en el estudio.
El resto de la lista
Perú, con más de 190.000 hectáreas destruidas, se ubicó en el quinto lugar entre los diez países del mundo que más bosques perdieron en 2024 por culpa de los incendios. La cifra representa un aumento del 135% en comparación con 2023, de acuerdo con el estudio.
“La quema para despejar tierras para la agricultura” fue la principal causa de las llamas que arrasaron con las zonas selváticas peruanas, admitió la Oficina del Defensor del Pueblo.
Colombia, por su parte, siguió la misma senda de Brasil y vio cómo los logros alcanzados en 2023 se revirtieron.
Con más de 100.000 hectáreas arrasadas por el fuego, el país suramericano se ubicó en el séptimo lugar de la lista.
Sin embargo, en el reporte se deja en claro que el caso colombiano es diferente al de los otros países latinoamericanos. ¿Por qué? Los incendios no fueron el principal motivo de la disminución de sus zonas selváticas.
“La suspensión de las conversaciones de paz y el aumento de la violencia en áreas remotas ha aumentado la minería ilegal y la producción de coca y han alentado la pérdida de bosques”, se lee en la investigación.
“Para que la pérdida de bosques vuelva a caer, el gobierno debe mantener el acuerdo de paz y desarrollar fuentes de sustento sin deforestación para las comunidades locales”, se agrega en el estudio.
Nicaragua y México completaron la lista de los diez países que más zonas selváticas perdieron el año pasado.
El país centroamericano fue el que perdió, porcentualmente hablando, más bosques primarios en todo el planeta, al ver desaparecer un 4,7% de su total.

Cenizas del tamaño de Panamá
Para tener idea de la magnitud de la destrucción provocada por los incendios, los investigadores apuntaron que la superficie selvática arrasada por las llamas el año pasado es casi similar a la de Panamá.
Asimismo, indicaron que para alcanzar esta cifra fue necesario que zonas equivalentes a 18 campos de fútbol ardieran por minuto a lo largo de 2024.
Aunque se admite que los incendios pueden surgir espontáneamente, en la investigación se recuerda que en los bosques tropicales estos “son casi totalmente causados por humanos, y a menudo se inician a fin de despejar tierras para la agricultura y se propagan fuera de control”.
En los casos de Brasil y Bolivia, los investigadores recordaron que hay evidencia que indica que los fuegos son provocados para preparar tierras para la ganadería o para cultivos como la soja, caña de azúcar, maíz o sorgo.
Sin embargo, en 2024 hubo otro elemento que hizo que los incendios tuviera efectos más devastadores: las elevadas temperaturas.
“El 2024 fue el año más caluroso registrado, con condiciones cálidas y secas causadas en gran medida por el cambio climático y El Niño que condujo a incendios más grandes y más generalizados”, se lee en el reporte.
Tanto Brasil como Bolivia fueron azotados por graves sequías que contribuyeron a la propagación de las llamas.
En el caso de Bolivia, en el estudio se recuerda que el año pasado casi el 12% del país se quemó, según las propias cifras oficiales.
“El daño podría tardar siglos en revertirse”, afirmó el investigador boliviano Stasiek Czaplicki Cabezas.
Y acto seguido, aseveró que “en todo el trópico, necesitamos sistemas de respuesta ante incendios más sólidos y un alejamiento de las políticas que fomentan la deforestación peligrosa, o este patrón de destrucción solo empeorará”.
Sin bosques no hay nada
Las selvas tropicales son algunos de los ecosistemas forestales más importantes, pues son fundamentales la provisión de agua y la biodiversidad.
Asimismo, estas zonas almacenan cientos de miles de millones de toneladas de carbono en los suelos y troncos leñosos, por lo que su progresiva desaparición y transformación en sábanas puede acelerar el actual cambio climático que atraviesa el planeta, se advierte en el informe.
Los incendios que golpearon los bosques latinoamericanos y del mundo liberaron a la atmósfera 4,1 gigatoneladas de gases de efecto invernadero, cifra que es cuatro veces superior a las emisiones de todos los vuelos registrados en 2023, se alerta en el estudio.
“Los incendios (de los bosques) empeoraron la calidad del aire, tensionaron los suministros de agua y amenazaron la vida y los medios de subsistencia de millones de personas”, se alerta.
“Si esta tendencia continúa, se podrían transformar permanentemente áreas naturales críticas y liberar grandes cantidades de carbono, intensificando el cambio climático y alimentando incendios aún más extremos. Este es un ciclo de retroalimentación peligroso que no podemos permitirnos intensificar”, afirmó Peter Potapov, profesor investigador de la Universidad de Maryland y codirector del Laboratorio GLAD.
Pero mientras los datos de América Latina son alarmantes, el sudeste asiático ha dado señales alentadoras.
En países como Indonesia, por ejemplo, la superficie de bosque primario perdido se redujo un 11% en comparación con 2023. Esto, a pesar de la sequía que también golpeó a esta región del planeta.
“Nuestras economías, nuestras comunidades, nuestra salud, nada de eso puede sobrevivir sin los bosques”, advirtió Goldman.

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