Transformado de la pandilla a la gloria

Uno de los pandilleros más buscados es ahora un motivador

Carlos Heredia ahora quiere otra vida para su comunidad.

Carlos Heredia ahora quiere otra vida para su comunidad. Crédito: La Opinión

“La vida de las pandillas es una mentira”, afirma categóricamente Carlos Heredia, uno de los expandilleros más buscados del Este de Los Ángeles.

Conocido ahora como “El Transformador de Pandillas”, Heredia, de 32 años de edad se ha convertido en activista comunitario en la zona de Boyle Heights.

Ahora, Carlos camina diferente, viste traje formal y corbata; su lenguaje no es el mismo y piensa distinto.

Hago mejores decisiones”, dice. “Quiero ser un modelo a seguir por mi hijo”.

Nacido en el seno de una familia con muchos problemas, Carlos narra que su vida entre las pandillas comenzó a los 9 años.

Su madre era drogadicta y con problemas de alcoholismo. Su padre, un hombre violento y golpeador.

“Crecí viendo a mi mama golpeada siempre; un día, a mí me sacó todo el aire a causa de los cinturonazos que me dio”, cuenta.

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Sin cariño en casa, se refugió en las calles; buscaba aceptación y protección.

A los nueve años de edad en la pandilla encontró a su “familia”, pues su padre había sido encarcelado.

Vino un pleito con otro niño y la primera orden de un “cholo”: “Toma este cuchillo y sácalo de mi casa”.

Heredia obedeció y ahí comenzó su carrera criminal.

“La vida de una pandilla es pura mentira y a mí casi me cuesta la vida”, dice.

“Cuento mi historia porque muchos pierden la vida sin saber el infierno en que se meten”.

En medio de ese infierno, Carlos era uno de los pandilleros más buscados del Este de Los Ángeles, hasta que cayó en manos de la policía, a los 19 años.

Fue acusado de intento de secuestro, cuando huía con otro menor de edad en un automóvil. ¿Su sentencia? Seis años de cárcel.

Estando detrás de las rejas, Carlos recuerda con precisión el 10 de diciembre del año 2006.

Un grupo de 25 reos lo golpearon a puños y con palos de escoba.

Por tres meses, Heredia se debatió entre la vida y la muerte en un hospital; los médicos lo pronunciaron “muerto” dos veces, pero su madre, a pesar de todo estaba junto a él, aferrada a que sobreviviera.

“En su mirada vi los ojos pude ver el dolor y la tristeza de las madres de las víctimas”, dice Carlos.

“No podía moverme…fue cuando pensé si quería seguir viviendo de la ira y violencia o del amor y la compasión… Cuando desperté a la vida, supe que la vida de pandillero es una mentira”.

Participe del programa “Invencible Tú”, Carlos ha vuelto a las calles de Boyle Heights, pero ahora, para ser ejemplo de resurrección y esperanza para los jóvenes que están en las pandillas, o quienes desean abandonarlas.

“Quiero vivir una vida con sentido, que cambie algo y a alguien, una vida que sea verdad para mii”, afirma. “Quiero tratar de vivir cosas que no conocí, algo diferente como el amor y el perdón y darle una oportunidad a mi vida; decirle a los niños del Este de Los Ángeles y Boyle Heights que las pandillas son una mentira, que lastiman a las madres y si están ciegos como yo alguna vez lo estuve, que abran los ojos para que no mueran en las calles o dentro de una cárcel, como cuando a mí me quisieron matar”.

Y remata: “Mi mensaje es de esperanza; los niños y jóvenes son grandiosos y nada de lo que sucede a su alrededor debe limitarlos para alcanzar todo su potencial, sin importar donde vivan o lo que hayan hecho; todo es cuestión de despertarlos al amor, a la compasión y al entendimiento, porque yo ya estuve ahí y tengo el conocimiento para decirles que pueden cambiar la página de su vida y vivir vidas más productivas. Llorando, tú puedes hacer algo para tu propia grandeza o llorar para tu propia tristeza, la decisión está en ti”.

  • De las Pandillas a la Gloria
  • Director Ejecutivo: Carlos Heredia
  • Dirección: 2506 E. 1st. Street Los Ángeles, CA 90063
  • Teléfono: 323-872-8177
  • E-mail: cheredia82@yahoo.com

Carlos Heredia, participe del programa “Invencible Tú”, ha vuelto a las calles de Boyle Heights, pero ahora, para ser ejemplo de resurrección y esperanza para los jóvenes que están en las pandillas, o quienes desean abandonarlas.

“Quiero vivir una vida con sentido, que cambie algo y a alguien, una vida que sea verdad para mí”, afirma. “Quiero tratar de vivir cosas que no conocí, algo diferente como el amor y el perdón y darle una oportunidad a mi vida; decirle a los niños del Este de Los Ángeles y Boyle Heights que las pandillas lastiman a las madres y si están ciegos como yo alguna vez lo estuve, que abran los ojos para que no mueran en las calles o dentro de una cárcel, como cuando a mí me quisieron matar”.

Y remata: “Mi mensaje es de esperanza; los niños y jóvenes son grandiosos y nada de lo que sucede a su alrededor debe limitarlos para alcanzar todo su potencial, sin importar donde vivan o lo que hayan hecho; todo es cuestión de despertarlos al amor, a la compasión y al entendimiento”.

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