Editorial: El triunfo del sentido común
La emisión de licencias a los indocumentados ayuda a la seguridad de todos
Finalmente llegó el ansiado día. Las largas líneas de gente desafiando el frío de la madrugada en las oficinas del Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) es la primera señal de que ahora los inmigrantes indocumentados podrán tener una licencia para conducir en California.
Este es el resultado de un largo camino de más de 20 años desde el momento en 1993 cuando el exgobernador Pete Wilson promulgó la prohibición de emitir licencias de conducir a los indocumentados, que era permitida hasta entonces. Este documento de identidad después se convirtió en una pelota política cuando el exgobernador demócrata Gray Davis la aprobó para luego ser derogada por su sucesor y rival, el republicano Arnold Schwarzenegger. Jerry Brown fue quien al final hizo realidad la licencia después de intensas negociaciones.
Este recorrido exitoso, desde su prohibición hasta el día de hoy, nunca podría haber sido hecho sino fuera por el entonces senador estatal y hoy concejal en Los Ángeles Gil Cedillo. La tenacidad y firmeza de convicción sobre la importancia de las licencias le ganó al legislador el respeto de unos y la sorna de otros, por su insistencia implacable de querer aprobarla incluso en los momentos en que las posibilidades eran remotas. El senador Ricardo Lara fue quien tomó luego la posta de Cedillo para llevarla hábilmente a buen puerto.
En alguna ocasión la cruzada de Cedillo pudo ser considerada quijotesca, pero la realidad es que ahora cerca de 1.4 millones de personas estarán en condiciones de obtener la licencia de conducir, lo que significa tranquilidad y seguridad para ellos, como para el resto de los californianos.
La licencia representa para los indocumentados la tranquilidad de poder conducir sin el peligro constante a perder su vehículo, entre otros serios inconvenientes.
Para los conductores californianos significa calles más seguras. Los estudios indican que la posesión de licencia reduce los accidentes, y habrá más autos con seguro.
La seguridad colectiva también se refuerza cuando cientos de miles de personas salen de las sombras para dejar una foto, huellas digitales y una dirección.
Este es el triunfo del sentido común y de la perseverancia contra el odio, el miedo y la ignorancia.