¿Por qué Francisco visita una tumba en Chiapas?
El obispo Raúl Vera, uno de los más rebeldes a la Iglesia conservadora en México, sugiere a Francisco visitar la tumba de Samuel Ruiz
MÉXICO – El obispo Raúl Vera, uno de los más rebeldes a la Iglesia conservadora en México, le habla al oído al papa Francisco. Es su amigo y aliado en la causa de renovar el catolicismo a favor de la gente más vulnerable y así lo aconsejó: ¡Hay que visitar la tumba de Samuel Ruíz!
“Para mi ese gesto es equivalente a la beatificación de Óscar Arnulfo Romero (obispo de El Salvador asesinado por criticar los abusos del ejército)”, dijo Vera.
“Orar frente a esos restos (que se encuentran en la catedral de San Cristobal de las Casas, Chiapas) es confirmar a la Iglesia que empujó el obispo Ruíz”, advirtió Francisco Magaña, superior provincial de la Compañía de Jesús en México.
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Pero, ¿cuál es esa iglesia?
La misma católica pero centrada en organizar e instruir a los más pobres y, particularmente a los indígenas con quienes trabajo Samuel Ruíz durante 40 años para fundar las bases de lo que hoy es la Ley de Usos y Costumbres que no es otra cosa que el reconocimiento de los pueblos originarios de México a tener sus propios sistemas de gobierno y justicia así como el derecho a la propiedad.
Porque cuando el obispo que hoy venera Francisco llegó a Chiapas en 1960 (a la edad de 36 años) a los indígenas ni siquiera se les permitía sentarse en las bancas de las plazas por donde se paseaban los terratenientes, cafetaleros, el clero y los políticos de raza blanca y mestizos.
“Era una sociedad muy racista”, recordó Vera.
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En 1995 Vera fue enviado por sus superiores a la diócesis de San Cristobal para vigilar y contrarrestar las actividades de Ruíz; en cambio se alió a éste y su trabajo de enseñar a tzolziles, tzeltales, tojolabales y otras etnias a crear equipos de trabajo en salud, derechos humanos, educación y, sobre todo, a cuestionar.
Como resultado de esa preparación surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) para reclamar las tierras que nunca se dieron a los indígenas y la autonomía que se les negó desde la conquista española. El movimiento tomó varias alcaldías el 1 de enero de 1994, el mismo día que arrancaba el Tratado de Libre Comercio con América del Norte y eso enfureció al gobierno.
“Teólogo de la violencia”, lo llamó el entonces presidente Ernesto Zedillo para luego reclamarlo como intermediario para la paz un papel que ejerció hasta su muerte en 2011.
Vera dice que por todas esas injusticias era necesaria el gesto de Francisco en Chiapas: “Hay que retroalimentar al papa para que vea un México real no sólo el de los mariachis”.
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