Editorial: EEUU no es una empresa

Trump gobierna por órdenes ejecutivas, las leyes parecen un obstáculo.

Donald Trump hace amplio uso de las órdenes ejecutivas

Donald Trump hace amplio uso de las órdenes ejecutivas. Crédito: Shawn Thew-Pool | Getty Images

Hay una percepción de ingobernabilidad a poco más de una semana de que el presidente Donald Trump esté en la Casa Blanca. Se sabía que su estilo iba a ser diferente al de sus predecesores, pero no se esperaba que en tan poco tiempo creara un caos en el gobierno como ocurrió con su orden de limitar el ingreso a EEUU de extranjeros de siete países musulmanes.

El problema no es, como se quiere mostrar, que se debe a su deseo de cumplir con las promesas de campaña, sino es el proceso para hacerlo. Trump actúa como si EEUU fuera una de sus empresas, en donde el jefe ejecutivo omnipotente ordena y todos obedecen. Un gobierno no es así.

La manera en que se manejó la orden ejecutiva refleja la falta de conocimiento y el exceso de arrogancia que prevalece en la Casa Blanca.

Trump, y su círculo, promulgaron una orden ejecutiva con largo alcance legal en el área migratoria y en la política exterior, sin ver detalles ni medir consecuencias. Nadie fue consultado, como ocurre en esos casos, y así fue el resultado.

No hubo una implementación uniforme en los puertos de entrada, porque faltaba una instrucción clara de cómo proceder según la orden. Ni tampoco se esperó para armar un Departamento de Justicia acorde a la nueva administración y determinar la legalidad de la orden presidencial. Cuando la jefa interina del área, Sally Yates, la rechazó por declararla ilegal – está en su potestad- la Casa Blanca la destituyó por “traicionar” a la agencia federal.

También muchos diplomáticos de carrera criticaron la orden, sugiriendo opciones, a través de un canal oficial para el disenso en el Departamento de Estado. Ellos temen que la orden cause más peligro que seguridad, antagonizando hasta con naciones aliadas, como Irak, al prohibir el ingreso de sus nacionales, algunos de ellos que combaten junto a los estadounidenses contra ISIS. La Casa Blanca rompió una norma de 40 años al decirles que si no les gusta, que se vayan.

A todo esto, el Congreso brilla por su ausencia. Trump gobierna por órdenes ejecutivas, las leyes parecen un obstáculo. Su apuro no es una virtud, sino un defecto. De allí salen órdenes irrelevantes como la de terminar Obamacare, y otras caóticas, ya que fueron simples promesas de campaña, vacías de detalle para implementarlas.

En el gobierno no hay leyes de bancarrota, como las que salvaron a Trump de sus malas decisiones empresariales. Gobernar es un proceso deliberativo en el que sobra el capricho.

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