Editorial: Un juez muy conservador

El problema con Gorsuch es su interpretación de la Constitución, apegada a la idea original de los creadores del documento

Neil Gorsuch

Neil Gorsuch, nominado a juez del Tribunal Supremo. Crédito: NICHOLAS KAMM | AFP/Getty Images

La nominación del juez Neil Gorsuch para la Suprema de Justicia deja un mal sabor a la boca por el proceso que llega a este momento, por el antagonismo del magistrado a las regulaciones federales y por una filosofía legal que tiene una limitada visión de la Constitución.

Es imposible ignorar que el reemplazo del fallecido juez Antonin Scalia debería haber sido el juez Merrick Garland. Él fue nominado por Barack Obama, quien era el presidente al momento de surgir la vacante en el Alto Tribunal.

El Senado bajo control republicano rechazó considerar a Garland por considerar que él haría menos conservador el equilibrio ideológico de la Suprema Corte. Garland era un moderado centrista con excelente antecedentes que fue ignorado por el obstruccionismo legislativo que predominó en el gobierno.

La apuesta del Congreso anterior fue que el sucesor de Obama sea un republicano para que designe a alguien parecido ideológicamente a Scalia. La estrategia se cumple a la perfección con Gorsuch.

El problema con Gorsuch es su interpretación de la Constitución, apegada a la idea original de los creadores del documento. En la práctica significa, por ejemplo, que los derechos y protecciones de minorías en el siglo 21 son constitucionalmente discutibles porque no fueron considerados en el siglo 18.

La visión opuesta a la del nominado es la que ve la Ley Fundamental como interpretable según el pasar del tiempo y las circunstancias, sin alterar su valores. En esa doctrina se sustentan las decisiones importantes de derechos civiles.

También nos preocupa la postura antiregulatoria de Gorsuch, la misma que le gana simpatía entre conservadores y el sector privado. Es cierto que hay excesos regulatorios, pero es necesaria una vigilancia federal.

Alguien tiene que proteger a la gente de las medicinas peligrosas, de los bancos estafadores, de los alimentos contaminados, de los comerciantes ladrones, de los profesionales inescrupulosos y de todos aquellos que ven al consumidor desprevenido como una oportunidad para quitarle dinero, engañándolo.

Los demócratas hoy estudian si vale la pena gastar capital político en resistir esta nominación, o esperar a otra que realmente cambie el equilibrio del Alto Tribunal para darle batalla.

Todavía falta información sobre Gorsuch, hasta ahora parece que no aportará nada positivo, ni será peor que Scalia para las minorías en la Corte Suprema de Justicia; aunque la historia está repleta de sorpresas.

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