Corporaciones y grupos hispanos

WASHINGTON, D.C. – Al reportar sobre el Congreso Anual del Instituto de la Asamblea de Congresistas Hispanos (CHCI), que a mediados de septiembre reunió a 4.000 dirigentes comunitarios y nacionales, así como activistas, me hubiera gustado evitar cubrir el amplio patrocinio empresarial de esa organización.

Habiendo expresado ya alguna perplejidad referente a la plataforma empresarial sobre la cual se construyó la conferencia del Consejo Nacional de La Raza en julio – que tuvo a varios patrocinadores importantes desfilándose al podio inmediatamente previo al turno del presidente Obama, me parecía que era hora de silenciarme sobre el tema.

Esta vez, iba a hacer caso omiso del papel que jugara Toyota como anfitrión oficial del Congreso o de la fiesta de gala que corriera por cuenta de ExxonMobil – un gran final a $500 el plato con la presencia del presidente Barack Obama y primera dama Michelle Obama. Tampoco iba a mencionar la ironía del patrocinio de McDonald’s de un panel de discusión sobre la “Prevención Primero para una Comunidad Latina Sana”. Tampoco sobre la financiación por JP Morgan Chase de un panel de discusión sobre la “Vivienda, la Fomentación de Riqueza y los Servicios Financieros”, ya que habría que profundizar sobre el papel que jugaron las enormes instituciones financieras al sumergir el valor de las propiedades de hispanos.

Pero entonces leí la noticia durante las festividades de CHCI del número sin precedentes de 46 millones de residentes de los Estados Unidos que vive en la pobreza, o sea, casi uno de cada seis de nosotros. Pobre porque – una vez se toma en cuenta los factores del tamaño de la familia, el lugar de residencia y la inflación – pobre es una familia que no cuenta con suficientes recursos económicos para atender las mínimas normas de comestibles ni otras necesidades básicas como la vivienda, el abrigo, el aseo ni la compra de ropa. Mínimas normas.

Tal vez tendría que examinar el vínculo empresarial de CHCI. ExxonMobil pagó $250 mil – una nadería para una empresa que reportó una ganancia de $11 mil millones durante el primer trimestre del 2011 – para patrocinar la elegante cena. A cambio, la empresa tenía derecho de exhibir de manera prominente su nombre durante la fiesta de gala y por todos los espacios que ocupara CHCI, además recibió entradas sin costo a todas las sesiones, los eventos, incluyendo la Noche de Comedia, parte de CHCI, y el derecho a participar en lo que (para mí) fueron unos juegos de golf algo turbios.

Lo que es más importante aún es que ExxonMobil tiene asegurado, como mínimo, acceso político a todos los miembros de la Asamblea de Congresistas Hispanos – de los cuales más de la mitad viene de estados – en particular California y Texas – claves para la producción y la refinería de productos petrolíferos en este país.

Son estos estados, claro está, precisamente los mismos que contienen una amplia población de personas empobrecidas: el 18,4% de la población de Texas (4,6 millones) y el 16,3% de la de California (6,1 millones) son pobres. Aproximadamente un cuarto de toda la población pobre de esta nación vive en dos de los estados más pudientes.

La pobreza afecta severamente a los hispanos, y en particular a los niños. La mitad de la población pobre de Texas es hispana – más de 2 millones de sus habitantes; un 38% de los pobres en California – otros 2 millones de personas – es hispano.

Es poco probable que los integrantes de la Asamblea de Congresistas Hispanos tengan mucho reto que enfrentar durante las elecciones del 2012. Incluso con los chanchullos que acompañaron el nuevo trazo de planes para distritos electorales en California y en Texas, la mayoría de los representantes de estos estados tienen el escaño asegurado. Es probable que el presidente Obama gane California y pierda Texas, al menos que pase algo verdaderamente drástico.

Entonces, ¿para qué tanto oropel? ¿Para qué tanto encanto? ¿Para qué ostentar la riqueza y el poder? ¿Por qué tanto dinero?

Si yace la respuesta en gran parte y sencillamente en que los patrocinadores accedan a los legisladores, entonces habría que considerar elevar el costo. La entrada para los patrocinadores podría incluir dar una subvención de igual valor a proyectos dentro de los distritos de los integrantes de la Asamblea. El próximo año, se podría permitir que ExxonMobil, por ejemplo, patrocine la fiesta de gala, siempre y cuando distribuya un mismo monto para mejorar la calidad de vida de algún barrio o alguna colonia de su estado de origen, Texas.

El resultado sería una victoria rotunda para los miembros de la Asamblea. Si se aceptara la sugerencia, los dirigentes latinos podría demostrar que en realidad sí que representan a sus electores – así sea un gesto mínimo. Si rezongan los patrocinadores, los dirigentes podrían mantener la cabeza en alto porque sabrían que se esforzaron por intercambiar el acceso por algo que podría mejorar las severas condiciones en las que viven muchos de sus electores.

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