Entretenida, sí. Pero, ¿necesaria?

La 'precuela' de 'The Thing', titulada igual, ofrece similares dosis de interés

En 1982, el director de Halloween, John Carpenter, estrenó The Thing, adaptación del relato de John W. Campbell Jr. que ya había sido llevado al cine en 1951 con título The Thing from Another World.

La cinta de Carpenter alcanzaría niveles de culto, no solo por su extraordinaria puesta en escena, ejemplar empleo del suspenso y original uso de la música, compuesta por el italiano Ennio Morricone (The Mission).

También se recuerda como uno de los filmes de terror producido por un estudio más violentos y sanguinarios, con efectos especiales y de maquillaje que aún hoy resultan simplemente magistrales.

No es una exageración decir que The Thing es una obra maestra de su género.

Casi 30 años después llega The Thing -clasificada R-, que no es exactamente un remake, sino una “precuela”, palabra que se emplea para describir historias que detallan acontecimientos previos a la producción original.

De este modo, en esta The Thing, la acción sigue al equipo de geólogos, científicos y especialistas que descubrieron la presencia de una gigante nave espacial -y su mutante tripulante- en la Antártida.

Lo que en un principio parece un extraordinario hallazgo para la Humanidad no tarda en convertirse en su peor pesadilla: el alien es capaz de adoptar y asimilar la forma humana, atacando a diestro y siniestro con el fin de deshacerse de cualquier enemigo.

The Thing (2011) ha sido dirigida por el holandés Matthijs van Heijningen Jr., en lo que se podría definir un impecable debut en el campo del largometraje.

Porque el realizador, un fan absoluto de la obra de Carpenter (y probablemente también del Aliens de James Cameron), se adapta a la perfección al ambiente, estilo e intenciones de aquel: no hay elementos contemporáneos chirriantes (como la mezcla demográficamente diversa que corrompe el cine de terror del siglo XXI), mantiene la violencia extrema del original (ver las repugnantes pero fascinantes transformaciones del alien) y trata de desviarse del mismo cuando parece que vaya a tomar una ruta similar (en lugar de chequear la sangre de los supervivientes, para saber quién está “absorbido” por el extraterrestre, apuesta por otros formas de análisis).

Además, cuando llega a su final, consigue enlazar con la primera película de forma simplemente impoluta.

No obstante, The Thing (2012) -que sabe como mantener el interés y la tensión de principio a fin, y no se excede en el empleo de los efectos generados por computadora, combinándolos sabiamente con los efectos más tradicionales de maquillaje y especiales- parece más bien un hermano gemelo de The Thing (1982), de ahí que uno se pregunte si de veras hacía falta regresar a ese mundo frío, distante y terrorífico que tan bien retrató John Carpenter en lo que fue su última gran filme del cine de terror.

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