Perry y los narcos

Hace sólo siete semanas, el gobernador de Texas, Rick Perry, se perfilaba como el favorito para ganar la candidatura del Partido Republicano con miras a las elecciones presidenciales de 2012. Hoy, sin embargo, su campaña atraviesa por serios problemas debido, fundamentalmente, a su falta de coherencia.

Al iniciar su campaña para la precandidatura, Perry se presentó como la encarnación del verdadero republicano: dispuesto a luchar a capa y espada contra cualquier intento por imponer nuevas regulaciones o aprobar más gastos o impuestos.

Todo parecía ir bien para el gobernador de Texas entre sus correligionarios, hasta que se le ocurrió declarar que, quienes se oponen a que los estudiantes indocumentados paguen las mismas tarifas en la universidad que los residentes legales, no tienen corazón. A partir de entonces, las bases de su partido no sólo se han decepcionado de él sino que lo acusan de favorecer la inmigración indocumentada.

Para tratar de convencer a sus detractores de lo contrario, Perry ha propuesto una idea que seguramente le atrae a muchos, pero que a otros sencillamente nos eriza la piel: mandar tropas de Estados Unidos a México para combatir al crimen organizado.

“Podría requerirse de nuestras fuerzas militares en México para trabajar en coordinación con ellos a fin de eliminar los cárteles de narcotraficantes”, dijo.

El gobernador fue más allá y comparó la situación de México con la de Colombia, que aceptó el apoyo militar de Estados Unidos para luchar contra los narcos.

Lo que no dijo Perry es que el gobierno mexicano jamás aceptaría de manera abierta la presencia de tropas extranjeras en su territorio, por lo que sus declaraciones están encaminadas más que nada a mostrarlo como un político valiente dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias para defender a su país.

La propuesta de Perry, sin embargo, ha preocupado a más de uno en México. En primer lugar, porque es claro que dentro del gobierno de Estados Unidos hay muchos que quisieran intervenir militarmente en el país vecino y porque cada vez es mayor el temor de que la violencia que aqueja a México se pase de este lado de la frontera.

Preocupa también el hecho de que en México operen ya de manera encubierta agentes de la CIA, de la DEA y del FBI, sin que el gobierno mexicano haya explicado hasta ahora su presencia.

Por otro lado, uno se pregunta por qué Perry propone el envío de tropas como única solución para enfrentar el crimen organizado en México. ¿Qué no ha visto que la estrategia militar no ha dado resultado? Tal parece que el gobernador de Texas necesita pensar un poquito más en que existen otras vías de colaboración, por ejemplo, cortar el flujo de armas al país vecino, interceptar las redes financieras de los narcos, compartir información de inteligencia, promover los programas contra las drogas, etc. El problema es, desde luego, que ninguna de estas ideas es tan impactante como la de la intervención militar.

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