Protesta sin soluciones

No sé quién está más frustrado, si los que protestan por Wall Street o aquéllos que los observan.

Es frustrante observar una protesta cuyo mensaje resulta confuso. No cuestiono su sinceridad -están molestos por la manera en que las cosas han resultado en nuestro país. Sin embargo, las pancartas que llevan los manifestantes cubren el medio ambiente, la matrícula universitaria, la guerra en Afganistán, el desempleo y “la avaricia”. Aparentemente, quien quiera sumarse a los manifestantes con otra queja tiene la libertad de hacerlo.

Si el objetivo de la protesta por Wall Street es indicar quién es el culpable de nuestros pesares, ya es tarde, y por varios años. Y si se trata de “avergonzar” a Wall Street, no dejan en claro cuál es el cambio que exigen.

Mientras tanto, nuestro país se enfrenta con serios problemas que requieren soluciones. Si no resolvemos nuestras deficiencias en términos del empleo, la energía, la salud, la inmigración, la educación, el gobierno y la guerra contra el terrorismo de manera adecuada, se convertirá en quimera del pasado el Sueño Americano. Esta amenaza es contundente.

Los que protestan no van a lograr mucho si todo lo que hacen es marchar por Wall Street o la Avenida Pensilvania. En realidad, si nos convertimos en un país que sólo protesta, corremos el riesgo de terminar como Grecia y otros países en los que los ciudadanos acuden al Gobierno Federal para atender su bienestar. Lo que ha hecho de nuestro país un gran país son millones de organizaciones comunitarias, iglesias, grupos cívicos, asociaciones, grupos comunitarios y escolares, que voluntariamente ofrecen de su tiempo y su dinero para mejorar nuestra vida. Acudimos al Gobierno para ciertas cosas, pero no todas. Cuando dejamos de participar en el ámbito cívico, es que permitimos que otros tomen las decisiones en lugar de hacerlo nosotros mismos.

Si ha de haber un grito que nos convoque, tendría que ser que todos cumplamos con nuestro deber cívico y participemos activamente en el gobierno de nuestro país. En este sentido vamos camino al fracaso. Es la única manera de explicar la falta de conexión entre las acciones que toma el Congreso y la manera en que nosotros, los votantes, queremos que actúe. Las encuestas indican que más del 80%de nosotros piensa que el Congreso no cumple con su cometido. No obstante, no nos comunicamos con nuestros representantes para dejarles saber lo que estamos pensando.

Según las encuestas Gallup, la mayor parte de residentes estadounidenses que le han hecho seguimiento a la propuesta de ley para empleos del presidente Obama, está a favor de la propuesta. No obstante, es probable que el Congreso no tome acción alguna al respecto. ¿Quién tiene la culpa de eso?

No me parece que las marchas por Wall Street vayan a cambiar ni un voto en el Congreso ni vayan a crear un solo empleo para los desempleados. Lo que tendrían que hacer los que protestan es presentarse en las oficinas locales de sus representantes y entablar un diálogo.

Pero es probable que no todos los que protestan saben quién es su representante. Según el proyecto del Centro Pew sobre el conocimiento, Pew Knowledge Project, más de la mitad de los adultos estadounidenses desaprobaría un examen sobre asuntos políticos y económicos actuales. Además, la mayoría no saben ni el nombre de sus funcionarios electos locales. Si los votantes no se reúnen con sus representantes, ¿a quién tienen que rendir cuenta los representantes?

La libertad más importante con la que contamos es el poder de gobernarnos a nosotros mismos. Esto no podrá ocurrir más si nos lavamos las manos de los asuntos cívicos. Nuestras juntas escolares, iglesias, grupos comunitarios, clubes económicos, organizaciones comunitarias no pueden existir, mucho menos prosperar, sin nuestra participación. Son estos los grupos que deberían asistir con la formulación de decisiones informadas sobre temas de políticas públicas.

Yo digo que los de Occupy Wall Street están perdiendo sus energías empeñándose en un ejercicio equívoco de nuestra libertad.

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