Restricción afecta a los pobres

La Enmienda Hyde, que prohíbe la cobertura del aborto por el Medicaid con algunas excepciones, cumplió 35 años. Ni siquiera su promotor, el congresista Henry Hyde (R-IL), podría haber imaginado el éxito desafortunado que tuvo esta ley. En sus tres décadas y media, la ley de la Enmienda Hyde se ha infiltrado en todos los programas ejecutados o gestionados por el gobierno, incluyendo Medicare, el Servicio de Salud Indígena, el Cuerpo de Paz, el Programa de Beneficios de Salud para Empleados del Gobierno Federal, el programa militar Tricare, y las cárceles federales. Y con la aprobación de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio en 2010, las restricciones a la cobertura del aborto han cruzado de los programas públicos al mercado de seguros de salud privados.

Mientras que estas restricciones tienen algún efecto sobre todas las mujeres, las mujeres pobres y las mujeres de color siguen sufriendo las consecuencias de esta política cruel. Las mujeres inscritas al Medicaid, por definición aquellas con los más pocos recursos, fueron los primeros objetivos de la Enmienda Hyde, pero dos tendencias se han convergido para que estas sean aún más propensas a necesitar un aborto, y menos capaces de poder pagar uno.

Los Estados Unidos ahora tiene el mayor número de personas que viven en la pobreza desde que la Oficina del Censo comenzó a colectar los datos en 1959. Y el 14.5% de mujeres vivieron en la pobreza en 2010, comparado al 13.9% en 2009 -la tasa más alta de mujeres en pobreza en 17 años.

Al mismo tiempo, las tasas de mujeres pobres con embarazos no deseados están superando las de las mujeres con más recursos. La tasa de embarazos no deseados de mujeres con ingresos por debajo del nivel federal de pobreza aumentó el 50% desde 1994 a 2006, mientras que las mujeres con ingresos iguales o por encima de la línea de pobreza vieron la disminución de la tasa de embarazos no deseados en casi un 30%. Las tasas de mujeres pobres con embarazos no deseados se elevaron independientemente de su educación, raza y origen étnico, estado civil o edad.

Y así, el abismo entre estos dos grupos continúa creciendo. Una mujer pobre tiene cinco veces más probabilidad que su contraparte de más alto ingresos a tener un embarazo no deseado (132 frente a 24 por cada 1,000 mujeres en edad reproductiva), seis veces más probabilidad de tener un parto como resultado de un embarazo no deseado, y cinco veces más probabilidad de tener un aborto (52 frente a 9 por cada 1.000 mujeres). De hecho, más de dos tercios (69%) de las mujeres que tienen un aborto están en desventaja económica.

Dicho de otra manera, el aborto se está convirtiendo en un problema de la mujer pobre, a medida que más mujeres están cayendo en la pobreza. Sin embargo, debido a la Enmienda Hyde, a una mujer con bajos ingresos que califica para recibir los beneficios de Medicaid se le niega la cobertura de atención del aborto. Como resultado, ella y su familia deben desviar los escasos recursos de su bolsillo.

La discriminación flagrante de la Enmienda Hyde contra las mujeres pobres viola los principios fundamentales de justicia e igualdad que nuestro país aspira a lograr. En un momento en que los estadounidenses están pasando por tasas de pobreza record y dificultades económicas, la Enmienda Hyde sólo agrava una situación ya difícil y corta la ayuda a quienes más lo necesitan.

Hasta que la Enmienda Hyde sea derogada y las mujeres pobres reciban el apoyo adecuado para todas sus necesidades de la salud reproductiva, las mujeres ricas y pobres seguirán viviendo en dos países diferentes con dos clases de derechos diferentes. No hay nada que celebrar en este aniversario 35 de la Enmienda Hyde.

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