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Exaltan operativo usado en desalojo

Villaraigosa y Charles Beck agradecen la no violencia; los arrestados ascienden a 300

Un trabajador de servicios de limpieza barre una de las áreas que hasta ayer fueron ocupadas por el campamento de 'indignados'.

Un trabajador de servicios de limpieza barre una de las áreas que hasta ayer fueron ocupadas por el campamento de 'indignados'. Crédito: Fotos: J. Emilio Flores / La Opinión

Un nuevo capítulo ha iniciado tanto para los “indignados” de Los Ángeles -que ayer fueron desalojados del parque de la alcaldía tras un operativo con “un mínimo uso de la fuerza” y que concluyó con casi 300 arrestos-, como para los agentes del LAPD.

Los primeros anticipan que extenderán su lucha contra la injusticia financiera a otros sitios, más allá del Ayuntamiento; los segundos, por su parte, celebran que han dejado atrás un pasado oscuro por los desalojos violentos, como el ocurrido el 1 de mayo de 2007, cuando apabullaron con bastones y balas de goma una marcha pro inmigrante en el parque MacArthur.

“Occupy LA no morirá, seguiremos vivos, avanzaremos en el movimiento de ocupación con más fuerza”, expresó Mario Brito, dirigente del extinto campamento, que permaneció en el jardín del Ayuntamiento durante 58 días en protesta por la injusticia económica del país.

“El desalojo fue solo de nuestras carpas, no de nuestras ideas ni, definitivamente, de nuestro movimiento”, subrayó.

Ya fuera del “Parque Solidaridad”, donde un día hubo casi 500 casas de campaña, unas instaladas incluso sobre los árboles, se esfumó la idea de regresar, por el fuerte resguardo policiaco y una reja sobre una base de concreto que conformó una barrera “doblemente reforzada” de unos seis pies de altura.

“Y si alguien entra nos dará la oportunidad de remitirlo a la cárcel porque es un área clausurada”, advertía Andrew Smith, comandante del LAPD.

Anoche, tras la limpieza del lugar, solo quedó grafiti, un campo árido y una cuenta que, según cálculos del alcalde Antonio Villaraigosa, podría rebasar el millón de dólares, un gasto que ha considerado como el costo del ejercicio legítimo de la libertad de expresión.

“Todos vamos a pagar por esto en un difícil tiempo económico”, reconoció el alcalde.

Desde su perspectiva, el operativo de desalojo fue “ejemplar”; incluso afirmó que ayer fue “el mejor día en la historia” de la policía de Los Ángeles. “Nunca en mi vida he visto una operación a ese nivel de profesionalismo, con ese enfoque en proteger a los manifestantes y a los policías”.

Por su parte, el jefe del LAPD, Charles Beck, precisó que la evacuación del campamento concluyó con éxito gracias al profesionalismo de 1,400 agentes. Esta estrategia, dijo, también intentó evitar costosas demandas.

“El mundo nos estuvo viendo anoche y vio un plan operativo que fue ejecutado de manera brillante por el mejor departamento de policía de Estados Unidos”, subrayó.

Sin embargo, algunos manifestantes declararon a la prensa haber sido víctimas de agresiones por parte de los agentes durante el operativo, algo que negó de inmediato la Liga de Protección de Policías de Los Ángeles (LAPPL).

“Mientras algunos podrían quejarse de las tácticas del LAPD, líderes políticos y empresariales de la ciudad elogian a los agentes por el efectivo y eficiente fin de Occupy LA en City Hall con un mínimo uso de fuerza”, indicó la organización en un comunicado.

Aún con el “dolor” de la abrupta salida -aunque muy anunciada-, líderes religiosos, sindicales y del grupo de los “indignados” regresaron ayer por la mañana a la “zona cero”, el desmantelado campamento, para informar que el siguiente paso podría ser instalar las casas de campaña dentro de instituciones financieras, residencias de ejecutivos bancarios o en sus clubes deportivos.

“Sentimos el dolor de ser desalojados del que llamamos hogar por 60 días, pero no se compara con el dolor de los miles de estadounidenses que han sido echados de sus casas por los bancos”, dijo Brito.

El movimiento pidió al municipio, en particular a la procuraduría municipal, que elimine o reduzca la fianza de 5,000 dólares impuesta a los 292 arrestados, pero Villaraigosa aclaró que eso corresponde ahora a la corte.

“Soy alcalde, no rey”, expresó.

David Huerta, dirigente del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU), aseguró que, lejos de apagarse, la lucha de Occupy LA se expandirá al resto de la ciudad. Por un momento, esa advertencia parecía materializarse en la Placita Olvera, donde un grupo de 60 personas instaló casas de campaña por la mañana, pero fueron desalojados del lugar más tarde.

Los activistas dijeron que mas allá de aplaudir el desalojo “pacífico”, se debe exigir a las autoridades que actúen para resolver los problemas de los más afectados de la crisis financiera, el 99% de la población.

“Estamos frustrados, pero diremos esto: se acabó el campamento, pero hoy [miércoles] es un nuevo día y expandiremos el movimiento a toda la ciudad”, dijo el líder religioso Jonathan Klein.

Al interior del Ayuntamiento, en contraste, el ambiente era distinto, casi festivo.Se repartían elogios. “Lo que demostramos en esta ciudad es que trabajando juntos podemos respetar los derechos de la gente que protesta contra el gobierno, las injusticias, pero hacerlo de una manera que también reconozca el respeto que debemos tenernos unos a otros”, señaló el alcalde.

Villaraigosa reiteró que la justificación del desmantelamiento del campamento de Occupy LA estuvo fundada en las condiciones sanitarias de los “indignados”, especialmente de los niños pequeños, y no fue exagerada.

“Fue un operativo ejemplar”, subrayó.

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