Nace y crece una estrella

Novak Djokovic se abrió paso entre los grandes en el 2011

Con el trofeo de Wimbledon en mano, Djokovic llega a Serbia.

Con el trofeo de Wimbledon en mano, Djokovic llega a Serbia. Crédito: AP

NUEVA YORK (AP).- Al hablar sobre Novak Djokovic siempre se resaltaban detalles y cualidades alejadas de su desempeño en la cancha de tenis.

Era el bromista de las imitaciones de Maria Sharapova y Rafael Nadal; el que se ponía a bailar sin desparpajo tras un partido; el de las entretenidas ruedas de prensa con declaraciones francas.

Nadal y Roger Federer eran los dos grandes maestros. ¿Y Djokovic? Pues ocupaba un tercer puesto, un papel secundario. Su trono era YouTube.

Hasta que algo pasó en 2011, ya que el serbio derribó la hegemonía de los de arriba y de qué manera: con la mejor temporada en mucho tiempo.

Conquistó tres coronas de Grand Slam, su segundo Abierto de Australia y las primeras consagraciones en Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos.

La colección completa en el mismo año se frustró cuando se tropezó ante Federer en las semifinales de Roland Garros, diluyéndose en el polvo de ladrillo parisino una racha de 43 victorias en fila, quedando a una de igualar a John McEnroe por el récord del mejor inicio de temporada.

Esa derrota sólo postergó su ascenso a la cima de la clasificación mundial, el cual se concretó un par de semanas después en Wimbledon, imponiéndose sobre Nadal en la Catedral del tenis.

Djokovic se había confirmado como el número uno del mundo, rompiendo el duopolio que el suizo Federer y el español Nadal habían ejercido en la cima de los ránkings desde la temporada 2003.

Mucho se siguen preguntando qué hizo Djokovic para elevar su nivel a alturas insospechadas. Se habla de su dieta con productos sin gluten, que si ganar la Copa Davis con Serbia al cierre del año previo hizo dar rienda suelta a su confianza, que se entrenaba mejor.

Más bien se debe indicar que Djokovic sencillamente cuenta que tenía que dar un paso adelante si quería superar a los dos gigantes.

Se trata de lo que hace tan apasionante la actualidad del tenis, en la que un momento Nadal parece llevar la manija con su ferocidad (el título de la Copa Davis como ejemplo) y luego Federer aparece diciendo que no lo den por terminado a sus 30 años de edad (cerró el curso con su sexta Copa Masters).

No pasa lo mismo en las mujeres, un circuito caótico, impredecible y demasiado dependiente de que lo que hagan las hermanas Serena y Venus Williams para animarlo. Un circuito en el que la número uno Caroline Wozniacki persiste con su deuda de ganar su primera cita grande.

Pero este fue el año de Djokovic, con una sensacional marca de 10-1 contra Nadal y Federer; 21-4 este año contra jugadores situados entre los 10 primeros; un total de 10 títulos atrapados en todas las superficies y en todos los continentes; y más de 12.6 millones de dólares en premios.

Su obra maestra se dio en el US Open, que ganó después de una semifinal en la que derrotó a Federer tras haber estado con la soga en el cuello.

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