Regalo para fin de año
De nada sirven todas las riquezas del mundo si no hay buena salud para disfrutarlas. Y aunque este año no ha sido uno de grandes riquezas, lo vamos acabar de forma saludable.
Como anticipo de las Navidades, la administración Obama se ha asegurado de que a ninguno de nosotros nos haya llegado un saco de carbón. Todo lo contrario.
En una decisión histórica, la EPA ha emitido nuevas protecciones llamadas Estándares de Mercurio y Toxinas del Aire que van a impedir que más del 90% de las emisiones de mercurio procedente de las plantas energéticas de carbón contaminen el aire que todos respiramos y el agua que todos bebemos. Y esto tendrá un especial impacto entre nosotros, los hispanos.
La mayor fuente de estas emisiones proviene de las plantas térmicas de combustión de carbón, las cuales cada año emiten más de 33 toneladas de este peligroso veneno. Un gramo de mercurio puede contaminar un lago de 20 acres. Porque es a través del agua y del pescado que nos envenena esta toxina.
El mercurio emitido a la atmósfera lo precipita la lluvia a ríos, lagos y océanos, donde se convierte en su versión más letal, el metilmercurio. Los peces a su vez lo absorben y nosotros los seres humanos al comer pescado.
Los 50 estados de la unión y Puerto Rico contienen pescado contaminado con mercurio. Según un estudio del Sierra Club, más del 30% de los hispanos pesca regularmente y el 76% de ellos consume lo que pesca y al compartirlo con su familia, sin saberlo, podrían estar envenenándolos.
El mercurio es una potente neurotoxina que daña el cerebro y el sistema nervioso, especialmente en el feto y los niños pequeños, ya que causa defectos de nacimiento, dificultades de aprendizaje, coeficientes intelectuales inferiores e incluso parálisis cerebral. La EPA estima que cada año nacen en Estados Unidos unos 300,000 bebés con peligrosos niveles de mercurio en la sangre.
La histórica decisión de la administración Obama ha recibido una tempestad de críticas por parte de las carboneras y su ejército de cabilderos en Washington, DC, que inútilmente se han gastado $30 millones en acabar con estos estándares. Las críticas, sin embargo, ignoran que cada año esta iniciativa evitará 11,000 muertes prematuras, 4,700 ataques al corazón, 130,000 casos de asma infantil y 6,300 casos de bronquitis aguda.
Es sin lugar a dudas la más importante medida para salvar vidas en una generación. Porque los estándares no sólo van a reducir drásticamente el mercurio y otros metales pesados. Además disminuirán las emisiones de partículas contaminantes finas, las cuales causan muerte prematura, males coronarios y enfermedades respiratorias, como el asma.
Según un estudio de LULAC, casi el 30% de los hispanos vivimos peligrosamente cerca de una planta de carbón. Además, el 66% de nosotros vivimos en las áreas del país con la peor calidad de aire. No es de extrañar entonces que los hispanos tengamos un 300% más de probabilidades de morir de asma que los anglosajones, y nuestros niños un 60% más de contraer asma.
Pero este regalo no es sólo para nuestra salud, sino también para el bolsillo de todos. Según la EPA, los nuevos estándares crearán unos 54,000 empleos en la instalación de nuevas tecnologías de filtración en cientos de plantas de carbón y en el sector eléctrico. Aún más importante, nos ahorrarán hasta $90,000 millones anuales en gastos de salud y otros beneficios económicos.