Política: Guerra, paz y arrogancia

Salieron un par de ensayos de comentaristas en dos de los diarios de esta ciudad, los cuales normalmente no llegarían a oídas del público estadounidense, y que son dignos de atención.

Uno, por Luis Gutiérrez Esparza, salió en El Excelsior del 28 de diciembre, haciendo resumen de las revelaciones que han ido colándose sobre las políticas militares de EEUU desde el año pasado. Gutiérrez Esparza recuerda a los lectores que el periódico The Washington Post, había revelado durante mediados del 2011 que el gobierno de Obama había intensificado una guerra secreta contra países y organizaciones hostiles.

Con un presupuesto considerable, hoy los Estados Unidos está activo en más de 75 países, 15 más que en el 2009. El reportero investigativo, Jeremy Scahill, había revelado que el gobierno de Obama había enviado unidades de fuerzas especiales a Irán, Georgia, Ucrania, Bolivia, Paraguay, Ecuador, el Perú, el Yemen, Pakistán, las Filipinas, y desde el 2006, a Venezuela, Colombia y México.

Por supuesto que ya nos han manipulado para darnos a entender que nuestra política militar se está preparando para entrar en nuevas tácticas, por si resultan ser necesarias. La nueva política es “asincrónica”, lo cual significa enfrentar al adversario con su mismo método de operación. El qué o el quién comprenda la oposición, y el método de combate dependen de la situación que se presente. Dentro de este mundo, las fuerzas militares pueden hacer de policías, y la policía puede hacer de fuerza militar. Los trabajadores de asistencia (como la USAID, National Endowment for Democracy, Freedom House) sirven de materia de provecho.

En mayo del año pasado, Gutiérrez Esparza, quien dirige el Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI), dijo que una autoridad alemana había revelado que la OTAN cuenta con 29 bases militares en América Latina, que van desde El Paso, Texas, hasta Tierra del Fuego, justo encima de la Antártida.

Se informa que diez de estas bases son secretas, vedando sus detalles hasta de algunos congresos nacionales. Dieciséis de las 29 bases son estadounidenses. El número de tropas estadounidenses allí es secreto.

El Reino Unido mantiene tres bases en las islas Malvinas, Georgia del Sur y Sándwich del Sur. La base aérea de EEUU en Palanqueto, Colombia, es punto de partida hacia África. También hay bases Honduras, Panamá y El Salvador.

Pero toda esta preparación bélica es como ensillar un caballo al revés. Así no llegas a tu destino. Lo cual trae a colación la nota meditativa de Farid Kahhat del 31 de diciembre, que salió en Reforma, la cual sopesaba mayormente las intervenciones de las superpotencias.

En realidad, el número de guerras va reduciéndose, indica Kahhat, debido a las misiones de paz de la ONU. En un cálculo costo-beneficio, la intervención promedio, con un costo de $8,500 millones presenta un ahorro de $18,000 a $75,000 millones cuando la única misión es la de fomento de naciones.

Hace mención de un estudio de la Rand Corporation que indica que de ocho misiones de paz de la ONU, se logró una paz sostenible en siete de ellas. Mientras tanto, de ocho intervenciones lideradas por los Estados Unidos, sólo cuatro llevaron a una paz sostenible. El costo global de las misiones de paz de la ONU, desde finales de la guerra fría hasta el 2005 es una suma equivalente al costo de un mes de la ocupación de Irak.

Las razones que causan conflicto tienen que ser factores del cálculo. Incluyen la pobreza, la desigualdad económica y social, y cambios de regímenes que dan pie a “anocracias”, países en los que la autoridad central (o su falta) causa un vacío de poder, el cual llenan grupos en competencia -las élites, los caudillos, los piratas y los criminales.

Los cambios en la estrategia y el presupuesto de la política militar que anunciaran el presidente Obama y el secretario de Defensa, León Panetta, parten de la necesidad que ambos perciben, que es la de ahorrar unos 4,500 millones de dólares en el curso de diez años y poner fin a las intervenciones estadounidenses en Irak y en Afganistán. No obstante, así con la nueva estrategia “asincrónica” y nuevas miras hacia el Pacífico y Asia, la violencia tiene límites en cuanto a lo que puede lograr. A veces requiere de una banda de la ONU, estrategias económicas y más que nada, inteligencia estratégica -sin incurrir en la bancarrota-– para lograr lo que se creía que sólo un John Wayne era capaz de conseguir.

En lo que estos ensayos parecen insistir es en una comprensión de los límites del poder. Hay otra instancia como ésta, de la cual el senador principal por Arkansas y presidente del Comité de Políticas Extranjeras, J. William Fulbright, escribiera en 1967, la razón por la que tituló su libro, The Arrogance of Power.

Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain