¿Valen la pena los Globos de Oro?

Un análisis del por qué la influencia de los premios

Las actrices Ariel Winter, Sarah Hyland, Julie Bowen y Sofía Vergara, estrellas de 'Modern Family', que ganó el Globo de Oro a la Mejor Serie Comedia/Musical, el domingo en la gala.

Las actrices Ariel Winter, Sarah Hyland, Julie Bowen y Sofía Vergara, estrellas de 'Modern Family', que ganó el Globo de Oro a la Mejor Serie Comedia/Musical, el domingo en la gala. Crédito: EFE

Resulta muy interesante comprobar como la mayoría de medios, al hablar de los Globos de Oro, se limitan a detallar la entrega de galardones, el glamour de la alfombra roja o el teórico tono festivo de la velada (cuando, en realidad, eso es una etiqueta que alguien le colgó a la gala y que nadie se la ha sacado: el pasado domingo la más reciente entrega de los galardones fue tanto o más aburrida que cualquier reciente edición de los Oscar).

Muy pocos se atreven a hablar de un hecho irrefutable: nadie ha demostrado que los alrededor de 90 miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA, por sus iniciales en inglés) tienen la más mínima idea de cine, más allá de ser fans.

Sin embargo, eso no es un obstáculo para que, por ejemplo, la organización se embolse millones y millones de dólares tras vender los derechos de emisión de la ceremonia al canal NBC (la periodista cinematográfica Nikki Finke, en Deadline.com, cifra esa cantidad en 30 millones) o para que los estudios inviertan centenares de miles de dólares en fiestas o promoción destinados a destacar a sus películas y estrellas nominadas o ganadoras.

Sí, es cierto que la HFPA hace mucho de bueno con el dinero que tiene, de eso no cabe la menor duda, apoyando causas benéficas de corte cultural y apostando por la conservación de producciones cinematográficas clásicas, como bien recordó el domingo Martin Scorsese tras ganar el Globo de Oro al Mejor Director por Hugo.

Pero, al fin y al cabo, todo el mundo sabe –o debería saber– que los Globos de Oro son un premio a la popularidad del ganador o a la amabilidad que este, o su estudio patrocinador, despliega con los integrantes de la HFPA.

Sin ir más lejos, el domingo Madonna ganó el premio a la Mejor Canción y Angelina Jolie fue nominada por su primera película como directora, In the Land of Blood and Honey. ¿Se lo merecían? Una pregunta sin relevancia alguna: la única razón por la que la HFPA las citó por su labor fue para asegurarse su presencia en la entrega de premios.

Regreso a mi introducción: nadie puede mirarme a los ojos y convencerme que la mayoría de los miembros de la asociación de periodistas extranjeros tienen conocimientos cinematográficos.

Por un lado, los medios para los que escriben son, en ocasiones, raramente conocidos, incluso en los países donde se publican. Este pasado fin de semana un medio local citaba como ejemplo que la actual presidente de la HFPA, Aida Takla-O’Reilly, no solo se negó a conceder una entrevista a solas, sin la presencia de un publicista (manteniendo así la eterna impresión de que la asociación es un ente siniestro y misterioso…), sino que además resulta que escribe para un medio en Dubai dedicado a jóvenes adolescentes, algo que, a simple vista, bien parece tener poco que ver con el buen cine.

Por otro, cualquiera que haya vivido un poco en este mundo del periodismo cinematográfico sabe que la mayoría de veces, a los periodistas de la HFPA se les da la oportunidad de participar en conferencias de prensa exclusivas para ellos… que luego venden a sus respectivas publicaciones como si se trataran de charlas exclusivas e individuales con las estrellas, engañando así a sus lectores.

Por supuesto, dejaré de lado las acusaciones generalizadas que citan viajes pagados y regalos varios por parte de los estudios porque eso es una práctica generalizada en el mundo del periodismo de cine… que, no obstante, y hablo por mí mismo, nunca debería afectar el devenir de una opinión y, en el caso de la HFPA, no tendría que afectar a los votos o a las nominaciones (¿como se entiende, entonces, que el año pasado fueran nominadas The Tourist o Burlesque, por las que los miembros de la organización fueron de viaje a París y Las Vegas?).

¿Y qué decir de los premios? En los últimos diez años sólo en cuatro ocasiones el Globo de Oro a la Mejor Película (que está dividido en Drama y Comedia/Musical) ha coincidido con el Oscar. Así que escribir que aquellos galardones son “la antesala” de los Premios de la Academia es de una vagancia periodística flagrante.

Claro que todos somos culpables de haber vendido nuestra alma al diablo… digo, a la HFPA.

No hay medio que parezca resistirse a la alfombra roja, a dar a conocer el menú de la comida que devoran los invitados a la gala o de analizar los premios una y otra vez.

Pero la realidad es que, a estas alturas, está claro que los Globos de Oro son como un virus que se ha implantado en el cuerpo de la meca del cine y nadie ha encontrado la cura para librarnos de él.

Qué se le va a hacer.

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