Gastan miles para asegurar sus negocios

La delicuencia en el sur de la ciudad provoca que comerciantes opten por costosas medidas para proteger sus bienes

Un guardia de seguridad vigila la entrada de 'Mr. Steve's Pawn Shop', que exhibe rigurosas medidas antirobos.

Un guardia de seguridad vigila la entrada de 'Mr. Steve's Pawn Shop', que exhibe rigurosas medidas antirobos. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

Hay una fortaleza en la avenida Western a prueba de asaltantes.

Se trata de una casa de empeño protegida por 65 cámaras de vigilancia, paredes de concreto, alarmas, puertas de acero, cristales antibalas y un guardia armado en la entrada.

Todo para evitar sorpresas en una de las zonas más peligrosas de Los Ángeles.

“Si tienes un negocio aquí necesitas invertir en seguridad, especialmente el mío”, dice Steve Jacobson, propietario del local “Mr. Steve’s Pawn Shop”, en el sur de la ciudad.

“Hemos gastado mucho dinero para protegernos”, comenta quien aún detrás del mostrador suele portar un arma.

Las excesivas medidas de seguridad del negocio son bien conocidas en el barrio, pero no han cohibido las intenciones de los delincuentes. “Han intentado entrar pero no han podido”, cuenta Jacobson poco antes de mostrar otro búnker, el cuarto desde donde atiende a sus clientes en las noches.

Para entrar al fortín es necesario abrir una pesada y gruesa puerta de metal reforzada con una barreta.

Tanta protección no es exagerada, afirma el dueño del local. La intención, explica, es proteger todas las joyas y artículos valiosos que la gente deja en garantía por un préstamo en efectivo.

Y la zona lo amerita. Si bien los índices delictivos continúan en descenso en todo el municipio desde 2005, el Sur de Los Ángeles no ha dejado de ser la región donde más se cometen asaltos. Del 11 de diciembre de 2011 al 4 de febrero de 2012, ahí se reportaron casi 450 robos.

Esto es 45% más que los atracos registrados en todo el Valle de San Fernando durante ese período, según estadísticas recientes del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD).

Aquellos negocios que no gastan en protección pagan las consecuencias. Así lo confirma la dueña de una panadería, que no pudo evitar que un ladrón entrara pistola en mano hasta la caja registradora. El sujeto intentó sin éxito tomar el dinero y un policía que pasaba por el lugar lo arrestó.

“Uno tiene miedo porque está aquí sin protección”, señala la mujer, quien pidió no revelar su nombre, ni el de su local, por miedo a represalias de los delincuentes que rondan el barrio. “Aquí hay mucha droga y mucha prostitución; eso perjudica a nuestros negocios”, lamentó.

Pero cuando hay que pagar un alquiler de 1,600 dólares mensuales con pocas ventas no se puede aspirar a tener un cristal a prueba de balas, dice la comerciante. Ella sólo ha podido colocar una cámara que graba a quienes entran al establecimiento, tratando de persuadir a los amantes de lo ajeno.

A lo largo de la avenida Western, los encargados de las tiendas de abarrotes y licorerías suelen estar reguardados por gruesos vidrios antibalas, que recién utilizan los bancos del Sur de California.

Cerca del complejo de vivienda pública Jordan Downs, en el empobrecido vecindario de Watts, los clientes de un almacén deben poner los artículos que compran en una base giratoria para que, del otro lado del cristal, los empleados los coloquen dentro de una bolsa de plástico. Pagan a través de una rendija. Este dispositivo se pone más para cuidar a los trabajadores que a la mercancía.

Marta (pidió no publicar su apellido), encargada de una pequeña tienda de abarrotes sobre la calle 103, cuenta que los asaltos en Watts están a la orden del día. A ella le ha tocado forcejear con los ladrones. “Está fea la zona, porque sí roban, pero estando uno con la bendición de Dios no pasa nada”, confió.

La Opinión buscó un comentario de grupos empresariales y de la concejal del Distrito 9, que abarca el Sur de Los Ángeles, Jan Perry, sobre la inseguridad que impera en dicha región y sobre la forma en que tratan de salir adelante los comerciantes, pero no estuvieron disponibles para una entrevista.

Jacobson piensa que tener que gastar más dinero en medidas de seguridad podría estar impidiendo que más negocios decidan abrir en esa parte de la ciudad, habitado mayormente por latinos y negros.

“Si abres un negocio como éste en Beverly Hills no inviertes tanto dinero como aquí”, indicó.

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