Caos y muerte en toda Siria

Rebeldes anuncian que han matado a 250 miembros del régimen de Al Asad

Paulo Pinheiro investiga, por ONU,  derechos humanos en Siria.

Paulo Pinheiro investiga, por ONU, derechos humanos en Siria. Crédito: EFE

EL CAIRO, Egipto (EFE).- La matanza de decenas de mujeres y niños en Homs y el anuncio ayer de los rebeldes de que han asesinado a 250 miembros de las fuerzas del régimen evidencian que los últimos esfuerzos mediadores no han conseguido detener la espiral de violencia en Siria.

Mientras los máximos responsables de la diplomacia internacional debatían en el Consejo de Seguridad de la ONU la situación en Siria, se sucedieron en el país las acusaciones cruzadas sobre la autoría de la masacre de Homs, respondida por la oposición con llamamientos a una intervención militar urgente.

La matanza en la devastada ciudad, uno de los principales feudos opositores, fue perpetrada el domingo por la noche, horas después de la reunión mantenida por el enviado de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, con el presidente sirio, Bachar al Asad, en Damasco.

Los activistas culparon a las fuerzas del régimen de la masacre, mientras que las autoridades sirias responsabilizaron a “grupos terroristas”, a los que acusan de estar detrás de la violencia en el país desde el inicio de la revuelta hace casi un año.

Los Comités de Coordinación Local (CCL) informaron de que un total de 45 cadáveres fueron hallados en el barrio de Karam el Zaitun y la Comisión General para la Revolución precisó que algunas de las víctimas fueron quemadas vivas y a otras se les rompió el cuello u otras partes del cuerpo.

Con ellos, se eleva a más de 150 la cifra de civiles muertos registrados en todo el país en las últimas 24 horas. Solo en la jornada de ayer, los CCL denunciaron la muerte de 44 personas, la mayoría en Homs y en Idleb (norte), blanco de una ofensiva militar desde hace dos días.

Por su parte, las autoridades sirias, a través de la agencia oficial de noticias Sana, aseguraron que “grupos terroristas” secuestraron a familias en algunos barrios de Homs, las asesinaron, y maltrataron a los cadáveres para después difundir las imágenes y utilizarlas para granjearse el apoyo internacional.

“Nos hemos acostumbrado a la escalada criminal de los grupos terroristas armados antes de las sesiones del Consejo de Seguridad [de la ONU] para pedir la injerencia extranjera en Siria”, añadió una fuente oficial.

En este sentido, el Consejo Nacional Sirio (CNS), principal órgano de la oposición a Al Asad, hizo un llamamiento a una “urgente intervención militar” en Siria y al establecimiento de una zona de exclusión aérea para frenar las masacres de civiles.

En una rueda de prensa en Estambul, el dirigente del CNS George Sabra demandó también a la comunidad internacional “armar al Ejército Libre Sirio (ELS)”.

El ELS, compuesto principalmente por desertores, aseguró ayer haber matado el domingo a 250 miembros de las fuerzas del régimen de Al Asad en la localidad de Rankus, en la periferia de Damasco, si bien el Gobierno no hizo alusión alguna a este supuesto incidente.

El “número dos” del ELS, el coronel Malek al Kurdi, explicó que entre las víctimas hay agentes de los servicios secretos sirios, de la policía y miembros de los “shabiha” (matones del régimen).

Kurdi calificó el ataque de “batalla rápida” y explicó que en él participaron solo 70 de sus combatientes, que primero hicieron estallar varios artefactos explosivos al paso de los vehículos de las tropas gubernamentales y luego dispararon contra los que intentaron huir.

La escalada de las reivindicaciones del CNS y de los ataques de los rebeldes coincidieron con una reunión en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde los participantes condenaron la violencia pero incidieron en las iniciativas diplomáticas.

En la reunión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió a Al Asad que detenga la violencia, permita el acceso humanitario e inicie el diálogo con la oposición de acuerdo con las propuestas que le presentó Kofi Annan durante su visita.

Por su lado, el presidente de la comisión de la ONU que investiga las violaciones de derechos humanos en Siria, Paulo Pinheiro, dijo en Ginebra que la situación en el país es cada vez más desoladora y urgió a “romper el ciclo de la violencia” para evitar que la confrontación armada llegue a una guerra civil.

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