Laboral: Hyundai en Alabama
Esta semana, líderes de derechos civiles y laborales nos dirigiremos a la reunión de accionistas de la Hyundai en Seúl, Corea del Sur. No vamos porque tengamos inversiones en la Hyundai, sino porque ésta ha invertido mucho en el estado de Alabama -y viceversa-, y estas inversiones se echarán a perder rápido.
Alabama se ha puesto en la mira de una nueva lucha por los derechos civiles y humanos. Es un papel familiar para este estado -foco de las formas más virulentas de segregación racial. Ahora acoge a la HB 56, la más opresiva ley antiinmigrante del país.
La HB 56 es tan extrema que los tribunales federales han prohibido algunas de sus partes más funestas. Aun así, la ley es un desastre de derechos humanos. Los latinos, independientemente de su condición migratoria, han huido masivamente del estado. El lunes inmediato posterior a que el proyecto se elevara a ley, casi el 15% de los niños latinos del estado no fueron a las escuelas para no dejar constancia del supuesto estado indocumentado de sus padres. La gente de Alabama está asustada y con razón.
Esto socava los esfuerzos de Alabama por atraer inversiones extranjeras. No es casualidad: el estado ha ofrecido proactivamente incentivos fiscales y otras ayudas a las empresas extranjeras que se asienten allí. Las cifras hablan por sí mismas. Antes de 1997, en que la bandera confederada se quitara de encima del capitolio del estado, no se fabricaban coches en Alabama. Hoy, la industria automotriz extranjera provee más de 45,000 empleos y da cuenta de 4.8 millones de dólares en nóminas de pagos en el estado. La Hyundai por sí sola es responsable del 2% del producto interno bruto de Alabama.
La hipocresía de Alabama confunde. Con una mano, el estado proporciona enormes incentivos para atraer la inversión extranjera. Con la otra, aprueba leyes que ponen en la mira a personas que “lucen extranjeras”.
La mayoría de los altos ejecutivos y accionistas de la Hyundai podrían sufrir acosos policiales y arrestos en Alabama por no portar su documentación en regla. Le pasó a un ejecutivo de la Daimler AG que “lucía extranjero” y a otro de la Honda, al que se le acusó de no portar la identificación requerida por la H.B. 56.
A pesar de las abrumadoras críticas, la legislatura estatal se niega a derogar la H.B. 56 aunque está pensando en darle unos “retoques”. Pero no se pueden retocar el odio ni el miedo, ni retocar los derechos humanos y el desastre económico. Los agricultores y dueños de pequeñas empresas locales ya han hablado con la legislatura y el gobernador de la necesidad urgente de derogar la H.B. 56. Es hora de que los fabricantes de automóviles también se pronuncien.
La Hyundai podría aprender una lección de otra multinacional, la Coca-Cola Company que ayudó a ponerle fin a la segregación racial en Atlanta. ¿Por qué? Porque sus ejecutivos se avergonzaban de hacer negocios en una ciudad segregada. Luego que el héroe local Dr. Martin Luther King Jr. recibiera el Premio Nobel de la Paz en 1964, el ejecutivo principal de la Coca-Cola reunió a los principales empresarios de la región y les dijo en lenguaje claro: “Somos una empresa internacional. La Coca-Cola Co. no necesita de Atlanta. Ustedes deberán decidir si Atlanta necesita a la Coca-Cola Co.”
Si no objeta la ley, la Hyundai ignora intencionalmente el Pacto Mundial de la ONU que una vez firmara comprometiéndose a “desarrollar una conciencia de derechos humanos y a trabajar dentro de su esfera de influencia en defensa de estos valores universales…” El pacto establece claramente que “las empresas deben cerciorarse de no ser cómplices de violaciones de derechos humanos”, ni siquiera mediante el silencio o la inacción.
Nuestro petitorio a la Hyundai y sus accionistas es simple: ¡abran los ojos!, que al hacerlo, verán el error de hacer negocios en un estado que discrimina.
Hyundai, ¡alza tu voz contra las violaciones de los derechos humanos! El dinero se impone, pero el tuyo se ha mostrado sumiso hasta ahora en Alabama. Tienes el poder de defender los derechos humanos y civiles de los más impotentes. ¡Haz que tu voz se escuche!
