Apuesta Papa por los jóvenes

Recibe el Pontífice llaves de la ciudad y reza a la Virgen de Guadalupe

Miles de personas hicieron la peregrinación para acudir a la misa que sostendrá el Sant Padre al pie del Cerro del Cubilete. Los feligreses pernoctaron en la zona para obtener la mejor vista  de Benedicto XVI.

Miles de personas hicieron la peregrinación para acudir a la misa que sostendrá el Sant Padre al pie del Cerro del Cubilete. Los feligreses pernoctaron en la zona para obtener la mejor vista de Benedicto XVI. Crédito: AP

GUANAJUATO, Guanajuato.- Las campanas de la Catedral de Guanajuato repicaron desde el primer instante en que el Benedicto XVI recibió las llaves de la ciudad y éste abrazó al pequeño hijo del alcalde Édgar Castro en un impulso natural de su apuesta por la evangelización de los jóvenes.

Particularmente en México, donde en los últimos años, la Iglesia Católica ha perdido seguidores entre los menores de 30 años. El primer viaje del Papa al país, se visualizó en sentido contrario donde los seguidores más fieles son muchachos que lo siguen a todas partes y así se dirigió en la Plaza de la Paz de esta ciudad capital frente a un millar de chiquillos.

“El reto de la felicidad es poder cambiar al mundo”, detalló para enfatizar el poder de la fe en Cristo en quien, dijo, volcará su “fe en que esta nueva generación traiga la paz”.

Así les solicitó “no responder al mal con el mal”; sino con el perdón y la unidad, “sin envidias ni divisiones”.

Los jóvenes escucharon sin interrupciones, algunos hasta las lágrimas y otros con un nudo en la garganta para entender la carga que viene sobre sus hombros de estudiantes, la de una realidad que se escucha todos los días: la inseguridad, que es producto de una descomposición social que incluye el tráfico y consumo de drogas.

“Sabemos que debemos hacer algo, pero ¿cómo empezar?”, dijo Vicente Retes, un adolescente cantor del coro Esperanza Azteca que afinaba su garganta en la Plaza de la Paz.

Minutos antes, mientras el Papa se reunía en privado con el presidente Felipe Calderón en la casa del conde Rul, construida a principios del siglo XIX para el dueño del Distrito Minero de Guanajuato, el coronel Diego Francisco de Rul, los niños cantaban “Ay, ay, ay, ay, canta y no llores por qué cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones…”

Desde que inició ayer la segunda jornada del jerarca católico en tierras mexicanas se enlazaron historias de optimismo.

Las más relacionadas con muchachos inquietos. En las primeras horas, lo aclamaron en las afueras del Colegio Miraflores, donde se hospeda desde el pasado viernes y donde por la mañana celebró una misa para unas 30 monjas de la congregación Esclavas de la Santísima Eucaristía y la Madre de Dios.

“Queremos que salga el Papa”, exigía un centenar de mujeres y hombres. Y volvían a la carga. “Esta es la juventud del Papa”.

Entre el grupo había trabajadoras domésticas cuyo acercamiento a la Iglesia Católica las había unido y a entender su trabajo como igual a otro en dignidad a través de la lectura de las encíclicas de Benedicto XVI.

“Sin duda quiere que las siguientes generaciones sean mejores”, dijo Úrsula Valente, oriunda del estado de Tlaxcala y limpiadora en la Ciudad de México.

El actual Papa es conocido por la fuerza de sus discursos y la atracción que los jóvenes sienten por las palabras de este teólogo que también ha sido profesor de estudiantes.

“Él quiere transmitir, y creemos que ha llegado hacer comprender que el misionero no sólo es el Papa, el sacerdote o el obispo si no la gente misma”, observó Guillermo Alberto Morales Martínez, director nacional de las Obras Nacionales Pontificias de México.

El Papa enfantizó ayer ante el júbilo de la Plaza de la Paz que los niños “ocupan un lugar muy importante en el corazón del Papa” y dijo que rezará para que México sea “un hogar en el que todos sus hijos vivan con serenidad y armonía”.

Al finalizar el mensaje volvieron las campanas, un par de muchachitos vestidos de blanco soltaron palomas desde el balcón que daba a la multitud, cayó confeti amarillo y blanco y el Santo Padre se retiró a las 7:30 para recibir otras llaves: la de la ciudad de León.

Así se hizo huésped distinguido de dos de las más hermosas ciudades del país fundadas en la fe católica y con la suntuosidad colonial basadas en la explotación de la plata.

“Benedicto, hermano, ya eres mexicano…”, se escuchaba en tanto él daba bendiciones y besos a la gente, lejos de cientos de peregrinos que ya arribaban a unos kilómetros; en el Parque Bicentenario, donde será la única misa pública del Papa en México.

Pernoctarán con mochilas y bolsas al brazo; gorras y sombreros en el lugar para tener el mejor ángulo en la celebración que inicia hoy a las 10:00 de la mañana.

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