Política: Viraje republicano

Rick Santorum, el abanderado del sector más conservador de su partido, anunció la suspensión de su campaña ante la realidad de que Romney tenía una ventaja casi insuperable, y ante las presiones de la cúpula del partido republicano para que renunciase a la carrera presidencial, poniendo fin a una dura lucha intestina que se estaba alargando demasiado y que sólo podría beneficiar al verdadero rival en la batalla final por la Casa Blanca, el demócrata Barack Obama.

La suspensión de la campaña de Santorum representa la salida de la contienda de un candidato relacionado con posturas cavernarias e impresentables en terrenos de libertad sexual y reproductiva, derechos sociales y civiles –particularmente los de las minorías– y del principio de separación entre las iglesias y el Estado, características que le granjearon simpatías en sectores ultraconservadores, como el Tea Party, escribió La Jornada. En consecuencia, no han faltado interpretaciones que sugieran que la declinación de Santorum representa un desplazamiento del bando republicano al centro político, y un triunfo del sector más moderado de ese partido, aglutinado en torno a la figura de Romney.

El ex senador por Pensilvania, Rick Santorum, ha sido todo este tiempo el rival más duro de Mitt Romney, a quien acusó, sobre todo, de haber aprobado, cuando era Gobernador de Massachusetts, una reforma sanitaria idéntica a la del presidente Barack Obama. “¿Por qué elegir a un candidato débil, como Romney que no podrá debatir de forma eficiente en un asunto tan importante?”, solía decir en sus mítines.

Santorum irrumpió en las primarias republicanas marcando un notable contraste con Romney. Fue acumulando triunfos en los Estados tradicionalmente republicanos, bastiones de la derecha con una gran cantidad de votantes evangélicos, como Oklahoma, Tennessee, Misisipi o Alabama. Su popularidad entre el sector más conservador de su partido le catapultó a 11 victorias

Luego perdió las últimas tres primarias a las que se presentó, el tres de abril, en Wisconsin, Maryland y el distrito de Columbia. Desde entonces, diversos líderes republicanos se habían reunido con Santorum para pedirle que se apeara y facilitase la unidad del partido en torno a Romney, que ya dispone de más de la mitad de los 1,144 delegados que necesita para asegurarse la nominación en la Convención Republicana de Florida, en agosto.

Pero Santorum continuaba rechazando las presiones de lo que llamó “el establishment y aristocracia republicana” de su partido,afirmando que es apenas el “medio tiempo” y que falta la segunda mitad del partido. “No podemos tener diferencias tan pequeñas entre nuestro nominado y Barack Obama. Necesitamos colores claros y contrastantes” para presentar ante el electorado en noviembre, insistió.

Confiaba en ganar en Pensilvania, estado al que representó en el Congreso durante quince años, y donde se celebran primarias el 24 de abril, para mantenerse en la contienda. Sin embargo, en los últimos tiempos los sondeos indicaban que Romney estaba recortando peligrosamente las distancias también en ese estado, y ciertamente no quería retirarse tras una derrota en Pensilvania.

“La campaña ha terminado para mí, la suspendemos, pero este juego está lejos de haberse acabado”, ha recalcado Santorum que ha asegurado que seguirá luchando para “derrotar al presidente Barack Obama, conservar la mayoría republicana en la Cámara Baja y ganar el control del Senado”.

(Los sectores más derechistas del partido -como el Tea Party- están apostando a controlar el Congreso).

Es una de las razones principales por las que Newt Gingrich sigue en la brecha. El expresidente de la Cámara de Representantes podría acumular un número significativo de votos en estados del sur, como ocurrió en Carolina, donde el electorado es más conservador, y llegar en agosto a Tampa, Florida, con un poder nada despreciable. “Debemos encontrar una manera de consolidar el voto conservador”, decía Gingrich a la cadena Fox, “y soy claramente el líder” en ese electorado.

La salida de Santorum definitivamente beneficia al ex gobernador de Massachusetts, quien ha manipulado su campaña hacia la derecha para apelar a los extremos conservadores del partido que juegan un papel importante en las primarias. Romney tendrá ahora más tiempo para reformular sus posturas y concentrarse en la base más centrista del electorado para tener éxito en las elecciones generales

“La transición de la derecha hacia el centro es delicada y toma tiempo. Romney tendrá que apartarse de la derecha y empezar a aplicar cambios graduales a su postura”, afirmó

Dante Chinni, investigador del Instituto Jefferson en Washington

No va a ser una tarea fácil. La situación de Mitt Romney se complica por su retórica derechista en temas como los de anticonceptivos y de planeación familiar que serán rechazadas en las zonas del noreste y centro del país.

A la vez, al ser obligado a cortejar a su ala derecha, Romney enfrenta grandes déficits de apoyo de varios sectores claves para la elección general, sobre todo entre mujeres y latinos, resultado de competir contra Santorum, quien era el más antiaborto y el más antimigrante. Ahora, tendrá que buscar cómo reparar ese daño al moderar su mensaje.

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