Walmart en México

El rápido crecimiento de Walmart en México se mostraba como una exitosa historia comercial de una empresa que en poco tiempo se convirtió en el principal empleador del país vecino. En realidad, la historia parece ser otra. Una de corrupción y soborno para avanzar a todo costo una agresiva estrategia empresarial, incluso violando las leyes.

Walmart estableció en poco tiempo una importante presencia en México con 2,100 comercios que dan empleo a cerca de 200 mil personas. Esto fue logrado gracias al soborno de alcaldes, concejales, burócratas y todo aquel funcionario involucrado en el proceso de otorgar permisos para poder colocar una tienda.

No es la primera vez que una empresa estadounidenses soborna a funcionarios extranjeros para ganara ventajas sobre sus competidores. Ante esto, se aprobó la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero que convierte en un delito el que las corporaciones estadounidenses, y sus subsidarias, sobornen a funcionarios extranjeros.

Hace unos años surgieron sospechas dentro de Walmart de irregularidades en su filial mexicana. Se lanzó una investigación interna que condujo a un encubrimiento de los hechos en vez de sacarlos a la luz.

Hasta ahora las autoridades estadounidenses han dependido en los casos de soborno en el exterior de la colaboración de la compañía involucrada y su investigación interna. El caso de Walmart obliga replantear este enfoque, ya que en este caso la empresa escondió el presunto delito. Las autoridades deben de actuar con todo el peso de la ley sobre los individuos involucrados en los sobornos y quienes los protegieron.

Por otra parte, en un soborno hay dos corruptos, el que da el dinero y el que lo recibe. Los ejecutivos extranjeros sobornaron para promover la expansión de la empresa, los funcionarios mexicanos que recibieron fue para llenarse el bolsillo.

Los funcionarios públicos que recibieron parte de los 24 millones de dólares aceptaron traicionar a quienes los eligieron y el interés del público que debían de proteger. La investigación estadounidense debe identificarlos y el Gobierno mexicano debe tomar acciones contra ellos. Creemos que es un inmoralidad justificar a los corruptos -que dan y reciben dinero- diciendo que es la manera de hacer negocios en México. Quien dice esto en Estados Unidos quiere excusar una conducta delictiva; quien lo asegura en México muestra una resignada tolerancia a un cáncer en la sociedad mexicana.

Esta es la oportunidad para mostrar con firmeza en ambos lados de la frontera que esta conducta es inaceptable. Es una oportunidad para que ambos gobiernos trabajen juntos, sin nacionalismos falsos ni estereotipos. De lo contrario, los corruptos habrán ganado otra vez.

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