Pandilla acosa a Pico Rivera

Acciones violentas de 'Rivera 13' han causado inquietud en la población

Javier Francis, de 49 años, es uno de los sospechosos buscado por las autoridades. A la derecha, el arma utilizada en el crimen.

Javier Francis, de 49 años, es uno de los sospechosos buscado por las autoridades. A la derecha, el arma utilizada en el crimen. Crédito: Suministrada

Atemorizar a sus enemigos y deudores por medio de secuestros, golpizas, extorsiones, robos, torturas y asesinatos, no es algo nuevo para la pandilla “Rivera 13”, la de mayor jerarquía en Pico Rivera y la única en esa ciudad que tiene nexos con la Mafia Mexicana.

Sólo que hasta ahora sus actividades criminales y violentas han salido a la luz porque la noticia sobre el secuestro y tortura de una pareja que les debía dinero corrió como pólvora, algo que sólo ha ocurrido con los múltiples homicidios que han perpetrado desde su fundación, a principios de la década de 1960.

En este caso, cuatro pandilleros mantuvieron por cinco días a su deudor en la cochera de una casa en Pico Rivera, donde le cortaron parte de una oreja, aplastaron los dedos y grabaron una palabra obscena en el estómago con un cuchillo caliente.

A su esposa la dejaron libre para reunir los seis mil dólares que pedían para liberar a la víctima. De hecho, no fue ella quien los denunció a las autoridades, sino vecinos que vieron al secuestrado escapar cuando era forzado a entrar a un coche. Antes, según el reporte policiaco, lo habían llevado a un negocio a cambiar un cheque, pero éste no fue aceptado.

Los detenidos, todos integrantes de “Rivera 13”, son Francisco Xavier Barraza, de 35 años; Alfonso Eric Acuña, de 32, y George Steven Karavalos, de 33. Un cuarto sospechoso, Javier Francis, de 49, seguía prófugo hasta el cierre de esta edición.

“La ‘Rivera’ ha sido conocida por infundir miedo en las personas con las que trabaja, como ocurrió con las víctimas en este caso, y esa es la manera principal como lo hacen, torturándolos y golpeándolos para asustarlos mucho, para cuando necesiten que cometan crímenes y cosas por el estilo en beneficio de la pandilla”, comentó el sargento Mark Bailey, de la Unidad Antipandillas del Departamento del Sheriff del condado de Los Ángeles (LASD), sobre el modus operandi de la banda.

Durante un cateo en la residencia de Karavalos, ubicada en la cuadra 8800 de la avenida Clarinda y donde ocurrió el crimen, se encontró un cuchillo y un arma presuntamente usados en el rapto.

Contra cada uno de los detenidos la Fiscalía formuló cargos de extorsión, tortura, mutilación, secuestro y amenazas criminales con el agravante de actos en beneficio de una pandilla. A Karavalos y a Barraza se les fijó una fianza de 4 millones de dólares. Acuña, por su parte, se encuentra preso sin fianza por haber violado su libertad condicional.

De las 12 banda que operan en Pico Rivera, con una membresía conjunta de 1,467 personas, la “Rivera 13” no es la más numerosa, pero sí la que tiene bajo su dominio el territorio más grande de la ciudad y la única que ostenta el número 13, lo cual significa que tiene el respaldo de la poderosa Mafia Mexicana o La Eme, que opera desde las prisiones y está asociada con carteles mexicanos de la droga.

Detectives del Sheriff dudan, sin embargo, que este último incidente esté relacionado con bandas de narcotraficantes mexicanos.

Con 198 pandilleros en sus filas, la “Rivera 13” opera en una zona delimitada por el bulevar Washington en el norte, la Telegraph Road en el sur, el Río San Gabriel en el este y el Río Hondo al oeste. Una región importante considerando que Pico Rivera, con una población de 63,000 personas (87.9% latinos), tiene una extensión de apenas 8.79 millas cuadradas.

“La ‘Rivera 13’ es una pandilla de mala reputación”, afirma el teniente Erik Ruble, de la Oficina de Operaciones de Seguridad en las Calles (OSS) del Sheriff de Los Ángeles.

Hace ocho años, apenas afuera de su territorio, en una licorería del bulevar Rosemead, un pandillero de la “Rivera 13”, Anthony García, asesinó a balazos a un integrante de la banda “Pico Nuevo”, quienes son sus principales enemigos.

García se tatuó en el pecho una descripción detallada de la escena del crimen, dibujando a su víctima como “Mr. Peanut” (así llaman despectivamente a los miembros de la “Pico Nuevo”) y le confesó todo a un agente encubierto que convivió con él en su celda.

Luego se supo que García, quien en 2011 recibió una sentencia de 65 años en prisión a cadena perpetua, colectó $30,000 en cheques por seguro de desempleo con la ayuda de familiares y pandilleros, mientras esperaba tras las rejas el veredicto del juez en esa muerte.

“Ellos han estado involucrados en múltiples homicidios a lo largo de los años y han participado en variados tipos de crímenes violentos,como robos y cosas por el estilo”, dijo el sargento Bailey, quien indicó que parte de sus actividades se financian con la venta de drogas.

Pero también han tenido bajas importantes. Desde la década de 1960 gran parte de su membresía ha terminado en la cárcel o en el cementerio. Uno de sus últimos caídos, Daniel Quijada, fue asesinado en Uptown Whittier en 2009 por un pandillero de la banda “Whittier Varrio Locos”.

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