Se reencuentran tras la guerra

Padre e hijo fueron separados durante el conflicto que vivió Guatemala

Luego de tres décadas de no saber si estaban vivos,  Tranquilino y su hijo Oscar lograron cicatrizar las heridas de la separación.

Luego de tres décadas de no saber si estaban vivos, Tranquilino y su hijo Oscar lograron cicatrizar las heridas de la separación. Crédito: AP

NUEVA YORK. – Tranquilino y su hijo Oscar se reencontraron 30 años después de que los militares guatemaltecos arrasaron con la aldea donde vivían. Hasta hace unos meses, uno no sabía de la existencia del otro.

“Yo no regresé a Dos Erres hasta que pasaron cinco años de la masacre”, dijo Tranquilino Castañeda. Recordó que los kaibiles, la tropa elite del ejército guatemalteco, llegó en la madrugada del 7 de diciembre de 1982 y mataron a los pobladores de la aldea. El campesino se encontraba a 500 kilómetros trabajando en la tierra de unos familiares.

Convencido de que toda su familia fue asesinada, Castañeda, de 72 años, se dedicó a vivir de la agricultura en un monte, lejos de Dos Erres. Nunca se casó de nuevo y se dio a la bebida.

No sabía que su hijo Oscar Alfredo Ramírez Castañeda, de entonces tres años de edad, había sobrevivido a la masacre.

El lunes “tuve la oportunidad de verlo en persona”, dijo Castañeda. Como mucha de la población de etnia ladina en Guatemala, Tranquilino tiene los ojos claros. Su cara está curtida de trabajar en terruños.

El campesino y Oscar, de 33 años, se reunieron el lunes por la noche en Nueva York. Castañeda llegó de Guatemala y Ramírez desde Massachusetts, donde vive con su mujer y sus cuatro hijos.

Ramírez, que llegó a Estados Unidos en 1998 y no tiene permiso de residencia, ha solicitado el asilo para poder continuar en el país.

La masacre estaba enmarcada dentro de la política de “tierra arrasada” ejecutada durante parte del conflicto armado que se prolongó en el país durante 36 años.

El ex dictador Efraín Ríos Montt (1982-1983) ha sido imputado por genocidio y crímenes contra los deberes de la humanidad ligado a la masacre de Dos Erres y al exterminio de comunidades indígenas del centro del país en una causa distinta.

De los 17 kaibiles que participaron en la masacre de Dos Erres hay cinco sentenciados por la matanza.

La región del Petén, a la que pertenece Dos Erres y en el norte de Guatemala, era una de las más conflictivas durante la guerra (1960-1996).

Unos dos meses antes de la masacre, guerrilleros emboscaron al ejército en la zona y les robaron 21 fusiles, lo cual desató sospechas respecto a la lealtad de los lugareños hacia las fuerzas insurgentes.

Los militares decidieron incursionar en la aldea, sacaron a los pobladores de sus casas y los separaron por género. A los hombres los llevaron a la escuela de la comunidad y a las mujeres a la iglesia. Antes de matarlos, a unos los torturaron y a ellas, las golpearon y violaron.

Víctimas que han rendido sus testimonios, recuerdan cómo niños y bebés recién nacidos eran tirados en un pozo.

Castañeda pensó que el ejército había matado a todos sus nueve hijos, entre los que había una hija embarazada, y su mujer, quien también esperaba un bebé.

El teniente del ejército Oscar Ovidio Ramírez Ramos se llevó a Oscar y dijo a sus padres que había tenido la criatura fruto de una relación.

Ramírez no tiene ningún recuerdo de Dos Erres. Su padre adoptivo murió unos meses después de la masacre en un accidente, por lo que se crió con la madre del militar. “Tuve la vida de una familia normal”, explicó Oscar.

El joven nunca sospechó nada de su verdadera historia hasta que en mayo de 2011 la fiscal guatemalteca Sara Romero, encargada de investigar el caso de Dos Erres, le llamó.

A partir de ahí, se le propuso hacer una prueba de ADN. El 8 de agosto de 2011 se confirmaron los resultados de que Tranquilino y Oscar eran padre e hijo.

Desde entonces, han mantenido el contacto por teléfono y videoconferencia hasta que el lunes se encontraron en persona.

El campesino ya declaró contra uno de los autores de la masacre, el general Pedro Pimentel Ríos, y afirmó que piensa seguir testificando. “Ayuda bastante ver que pagan parte de lo que hicieron”. En marzo, un tribunal guatemalteco sentenció a Pimentel con 6,060 años de prisión por la muerte de 201 personas de Dos Erres.

Ramírez fue criado con la idea que su padre militar era un héroe. “Mi opinión no cambia”, dijo. “Gracias a él estoy vivo y no tuve una mala vida. No puedo echarme para uno u otro lado porque prácticamente fueron mi familia todo este tiempo”.

“El proceso de Dos Erres marca la historia en Guatemala”, dijo Claudia López David, jefa de la Misión de Abogados Sin Fronteras Canadá.

“Es un proceso -añadió López David- que abarca varios países y hoy por hoy, el General retirado José Efraín Ríos Montt está ligado a este proceso por genocidio y crímenes contra los deberes de humanidad. Esto hace un par de años, hubiera sido impensable en Guatemala. Es importante para el proceso de reconciliación y justicia de nuestro país.”

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