Votarán por derecho a saber lo que comen
Los electores decidirán en noviembre sí quieren que en el empaquetado de los alimentos venga una etiqueta que indique si esa comida fue manipulada genéticamente o es un transgénico
SACRAMENTO.- Es muy probable que muy pronto cuando usted vaya al mercado y revise los alimentos que quiera comprar, se encuentre con una etiqueta de advertencia que diga si esas papitas de maíz, ese cereal o esos jugosos tomates que tanto le gustan han sido alterados genéticamente.
La Secretaria de Estado aprobó esta semana una medida para que los electores decidan en la elección de noviembre sí quieren que en el empaquetado o envoltorio de los alimentos venga una etiqueta que indique si esa comida fue manipulada genéticamente o es un transgénico como también se le conoce.
De aprobarlo, California sería el primer estado en la nación en obligar a poner ese rótulo en los alimentos.
A esa alteración de los genes se les conoce por sus siglas en inglés como GMOs, que quiere decir organismos modificados genéticamente.
Se trata de plantas o alimentos cuyo DNA ha sido artificialmente alterado en un laboratorio por otras plantas, animales, virus o bacterias para producir componentes extranjeros en dicha comida. Un procedimiento biotecnológico iniciado por las corporaciones para aumentar la producción de alimentos y abatir el hambre en el mundo.
¿Pero qué riesgos presentan a la salud humana esa alteración genética de la que los latinos en especial sabemos muy poco?
Christian Solíz, portavoz de la campaña Etiqueta Transgénicos o GMOs en el Sur de California dice que no hay estudios científicos hechos en humanos a largo plazo para probar las consecuencias del consumo de dichos alimentos pero sí los hay en animales.
“En ratas han demostrado que provocan reacciones alérgicas, infertilidad, deformidades en órganos internos como el hígado y riñones, células cancerosas y hasta la aparición de pelos en la boca”, explica.
Los GMOs se encuentran en el 70 y 80% de los alimentos procesados que se venden los supermercados en el país, subraya Solíz.
“Lo más triste del caso”, da a conocer, “es que los latinos es el grupo menos informado sobre los transgénicos cuando somos los más afectados porque el 88% del maíz que consumimos, que es la fuente principal de nuestra alimentación, ha sido genéticamente alterado”.
Y cita algunos ejemplos: ” están en las tortillas que comemos, en las tostadas, el aceite de maíz, el aceite de canola, en la soya y las semillas de algodón”.
Las encuestas que se han realizado hasta ahora muestra un apoyo unánime para la iniciativa llamada “El Derecho a Conocer” con nueve de cada diez votantes a favor para que se pongan etiquetas a los alimentos geneticamente manipulados.
Grant Lundberg, presidente de Lundberg Family Farms en el Valle de Sacramento hizo notar que los Estados Unidos es una de las pocas naciones en desarrollo que no provee a los consumidores con una etiqueta para informarles si sus alimentos son genéticamente manipulados.
“Más de 40 países incluyendo Europa, Japón y China ya ponen etiquetas a sus alimentos geneticamente manipulados. California merece poder hacer opciones informadas”, expuso.
En el país, 20 estados han tratado de legislar para poner etiquetas a la comida transgénica pero ninguno ha tenido éxito debido a la intensa oposición de las corporaciones.
Las personas que deseen más información sobre esta medida pueda acudir a: http://carighttoknow.org/