Desilusión, tristeza y enojo sufren residentes de San Bernardino

La ciudad examina si irá a un proceso de mediación antes de la bancarrota.

La ciudad enfrenta un déficit de 45 millones de dólares y boquetes fiscales para los próximos 5 años.

La ciudad enfrenta un déficit de 45 millones de dólares y boquetes fiscales para los próximos 5 años. Crédito: AP

“Esto es una gran sorpresa para la comunidad. La gente no estaba enterada”, exclamó con desilusión y enojo Concepción Powell, una inmigrante mexicana que es presidenta de la Asociación Estadounidense Hispana de Mujeres Propietarias de Tiendas de Auto Servicio en San Bernardino al enterarse que la ciudad solicitó apegarse a la ley federal de la bancarrota.

“Es un día muy triste y lo que más me preocupa es que los hispanos somos entre el 62 y 63% de la población, la comunidad más grande de la ciudad, y no nos tomaron en cuenta”, deploró.

Y ahondó: “Los hispanos no tenemos voz y voto y todo porque somos los más pobres”.

Para Powell, el Concilio del que dijo se la pasa peleando debió haber encontrado otra salida antes de considerar la quiebra.

En un voto aprobado por el Concilio de San Bernardino, una ciudad de 211,000 habitantes, se decidió por la bancarrota municipal ya que, agobiados por un déficit de 46 millones de dólares y sólo 150,000 dólares en las cuentas bancarias, ni siquiera saben si podrán pagar a los trabajadores el mes entrante.

“El Capítulo 9 de la ley federal de la bancarrota permitirá a la ciudad proporcionar servicios esenciales a la comunidad mientras se toman medidas para reestructurar sus finanzas hacia un buen estado financiero”, dijo la administradora de la ciudad, Andrea Travis-Miller en un comunicado enviado a La Opinión en respuesta a un cuestionario de preguntas.

El abogado de la ciudad, Jim Penman solicitará la bancarrota en los siguientes 30 días. “ Todavía estamos en las primeras etapas de este proceso; y hay numerosos detalles en los que se tiene que trabajar”, indicó Travis-Miller.

Gloria Macias Harrison, presidenta retirada de Crafton Hill College en Yucaipa y quien nació y ha vivido toda su vida en San Bernardino, sabía que su ciudad tenía problemas fiscales pero no al grado de verse obligada a la bancarrota. “Estoy muy triste porque esto no es bueno para mi ciudad. Es difícil creer que no hubo otra solución para cerrar el crítico déficit. Lo más importante es que la administración y todos tienen que trabajar juntos para sacar a San Bernardino adelante”, indicó.

“Hasta ahora tenemos un nivel decente de servicios de policía y bomberos; y yo espero que si la bancarrota se consuma, se hagan las prioridades correctas”, observó.

Los funcionarios de la ciudad examinan en estos momentos la ley AB506 que obliga a las municipalidades a un proceso de mediación de 60 días antes de solicitar la bancarrota. Podrían quedar exentos de este requisito sí hay una declaratoria de emergencia fiscal.

En una junta de Concilio programada para el 16 de julio o más tarde se presentará una opinión al respecto.

La administradora Miller dijo que balancear el déficit implicará hacer profundos recortes en general, aunque aún no saben dónde.

“Tendrán que renegociarse los contratos con los trabajadores, revisar temas difíciles como los salarios, el retiro, los beneficios y reajustar todo”, consideró George Aguilar, residente de San Bernardino y presidente del Caucus Latino Chicano de Inland Empire quien definió el anuncio de la bancarrota como otro capítulo triste en la historia de la ciudad que ya se veía venir. “La gran preocupación es si después de esto, la ciudad continuará atrayendo negocios cuando hemos estado viendo en los últimos años como grandes tiendas como J.C. Penney se han ido y muchos negocios han cerrado”, indicó Aguilar quien es también director y vicepresidente del Distrito Municipal de Agua del Valle de San Bernardino.

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