Pueden ‘levantarte’ en México
Entrevista con el escritor mexicano Javier Valdés, autor de un libro fuerte
MÉXICO, D.F. Javier Valdés está a miles de kilómetros de su natal Culiacán, Sinaloa, su hogar y sitio de acción donde trabaja como periodista y escritor sobre el narcotráfico, ese monstruo que todo salpica y lo vuelve vulnerable e inseguro, tal como el autor de Levantones se siente ahora.
“Sólo por vivir en este país puedes ser levantado o víctima de cualquier crimen porque se sabe que va a quedar impune”, comenta en entrevista con este diario para hablar de su más reciente obra en cuyo título se adelanta a un inexistente sustento legal.
¿Qué es un “levantón”? Es un rapto, pero las víctimas no siempre son menores de edad. Es un secuestro, pero la mayoría de las veces no se pide dinero. Es una desaparición forzada, pero hay casos donde no participan autoridades.
Valdés traslada la definición al lado más humano. “Es morir muchas veces porque las familias también mueren”.
Ni siquiera saben si hablar de los suyos en pasado o en presente.
Levantones (Aguilar, 2002) es una recopilación de historias extraídas de la vida real, sin cifra oficial, más de 100 mil quizás: niños convertidos en sicarios a punta de pistola, funcionarios corrompidos, madres que en la desesperación de ver desaparecidos a sus hijos imploran a sicarios por la verdad: “¿Está vivo o está muerto?”.
“Buscaron a un integrante del cártel de Los Zetas, quien accedió a hablar con familiares”, transcribe el autor.
“Nos contó que él estuvo trabajando por su propia voluntad con ellos en toda la franja fronteriza de Reynosa, Matamoros, Nuevo León, Miguel Alemán y en muchos pueblos y ranchos, hay muchachos y muchachas, señoras trabajando de manera forzada; a las mujeres las meten de prostitutas, y a los hombres los traen empaquetando y cosechando drogas”.
Como periodista, Váldés, de 45 años, fundador del semanario Río Doce y corresponsal del diario La Jornada, sabe que el gremio puede correr peor suerte que la esclavitud. “La muerte”, dice: la mayoría de los levantones terminan en muertes.
Por eso concluye el peor fin para su amigo Alfredo Jiménez, el desaparecido reportero de El Imparcial, que también trabajó en Culiacán, en El Debate y el Noroeste. “Cuando se involucró en los temas del narcotráfico, los compañeros lo empezaron a tratar como apestado”.
Investigar el tema del crimen organizado implica, por ejemplo, que te digan medio en broma, medio en serio “échate para allá” como un mecanismo de subsistencia muy básico.
“La gente no quiere salpicarse, pero al final de cuentas, todos padecemos el narcotráfico en México, no porque seas periodista o porque vivas en Culiacán, en realidad, todos estamos salpicados”.