El fin de las tareas escolares

Una tendencia actual apunta a terminar con los deberes escolares y a permitir a los estudiantes más tiempo libre en casa

¿Se imagina que sus hijos no tuvieran tareas para la casa nunca más? Presumiblemente sería un sueño hecho realidad para todos los estudiantes, pero también para muchos padres, pues la hora de hacer los deberes es para algunos una especie de pesadilla familiar.

Tradicionalmente, el criterio utilizado por la mayoría de las escuelas para mandar tareas (y que es apoyado por diversas entidades, como la Asociación Nacional de Educación) es el de la ‘regla de los 10 minutos’, que estipula dar 10 minutos de actividades por grado. Así, un niño de primer grado debería tener 10 minutos de tareas, mientras que uno de sexto debería invertir en ellas 60 minutos diarios.

Sin embargo, este método presenta dos dificultades primordiales.

La primera es que esta regla no siempre se cumple y la segunda es que generalmente los niños demoran más tiempo de lo presupuestado en finalizar sus obligaciones. Por esta razón, en el último tiempo se ha generado un debate a nivel mundial sobre si es conveniente o no continuar con esta costumbre.

Uno de los objetivos de dar tareas es que los estudiantes repasen los conocimientos aprendidos en el salón de clases, para que los aprendan mejor. De este modo, los maestros que apoyan esta tesis concuerdan en que este tipo de obligaciones ayuda a los niños a mejorar el desempeño escolar en varios aspectos.

El profesor David Contreras es uno de los maestros que está a favor, pues considera que los deberes son buenos ya que “fomentan la autonomía en los niños y ayudan a crear hábitos de estudio”.

Además, Contreras comenta que “hay alumnos que deben ser obligados a trabajar en casa para mejorar el rendimiento escolar y aunque otros no lo necesitan, a la larga las tareas son indispensables para convertirlos en estudiantes íntegros, autónomos y con buena autoestima”, explica.

Completamente opuesta es la posición de su colega Alejandra Clerc, quien considera “que con las exigencias de hoy es completamente innecesario mandar tareas”.

Esta pedagoga asegura que “los niños necesitan descanso, distracción y, sobre todo, hacer un corte entre lo que es el colegio y el resto del día, tal como lo hacemos los adultos”, enfatiza. Y como solución a esta controversia propone dejar “una hora al día, la última hora de la jornada escolar para que los niños puedan hacer las tareas en las escuelas” y así revisar los contenidos junto a sus maestros.

Quienes promueven la idea de finalizar con el envío de trabajo para la casa aseguran que éste no produce ningún beneficio académico para el estudiante, pensamiento que es plenamente compartido por Etta Kralovec, educadora y autora del libro The End of Homework.

Kralovec sostiene que “no hay ninguna evidencia concluyente de que los deberes aumenten el rendimiento escolar”. Más aún, señala que las obligaciones escolares pueden llegar, incluso, a interferir en el normal desarrollo de los niños, pues considera que “las tareas le roban el tiempo que ellos necesitan para hacer otras cosas, que son importantes para crecer y convertirse en adultos íntegros”.

Desde su punto de vista, Kralovec estima que un factor importantísimo y pocas veces considerado es que los deberes aumentan la desigualdad que existe entre los alumnos cuyas familias poseen menos o más recursos económicos.

“Las tareas castigan a los niños pobres por ser pobres”, reflexiona Kralovec. “Aquellos niños que no tienen padres educados en casa, o que hablan un idioma diferente al inglés, o que no tienen acceso a internet en sus hogares, son niños que están en desventaja para realizar sus trabajos”.

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