Trilogías antes y después de Alí-Frazier

Pacquiao – Márquez (4), con categoría de evento histórico dentro del boxeo por lo que han hecho en el cuadrilátero. Vale decir en el boxeo de estos años. Más por lo dejado al negocio, tema de sumas y restas, que por lo hecho en el deporte. Igual ya están en las enciclopedias por la tetralogía de mayor relieve en cualquier categoría en lo que va del Siglo XXI.

Sube el tono de la motivación en la gente que con memoria corta, muchas veces, distorsiona su juicio y pierde las proporciones.

Bueno para el negocio, en la era multimediática, series como Pacquiao-Márquez, pero nada comparable con las series entre peleadores de otra categoría y de otro tiempo.

Cómo no recordar cuando escribimos sobre el tema la más grande trilogía de la historia: Alí-Frazier.

Cosas que la gente no olvida.

Peleas de aquellas cuando los grandes boxeadores parecían dioses. Alí ya era un mito aún antes de pelear contra Joe “Smokey” Frazier en el Madison Square Garden. Y perdió para llegar a ser inmortal. Y entonces ganó y ganó… la segunda y la tercera, para dejar en la página dos del box las faenas de Carmen Basilio y aún del fantástico Sugar Ray Robinson.

Había ya un historial de hazañas, pero no un compromiso de la televisión como ocurrió con los pesos pesados que manejó, manipuló, escurrió y disfrutó Don King como amo y señor del show.

Don King supo conseguir el dinero para que la gente viera algo que ya habían visto y …!pagaran por verlo!

Entonces tuvimos a Sugar Ray Leonard y “Mano de Piedra” Durán, con una primera victoria para el panameño y dos victorias seguidas para el Sugar.

También pelearon tres veces Ridick Bowe y Evander Hollyfield, en los pesos completos, pero esta no se recuerda por buena sino por mala.

Mejor, y es de esa misma época, la trilogía brutal entre Arturo Gatti y Mickey Ward, quien ganó la primera y [también le paso a él] perdió las dos siguientes para dejar una lección de valor pocas veces vista. Fue grande también la guerra de tres batallas entre los mexicanos Marco Antonio Barrera y Erik Morales, que era además una lucha fratricida que dividió a un país. Y sí, ya usted adivinó, el que ganó la primera perdió las dos siguientes. El “Terrible”, muy bueno al ataque y malo a la defensiva, no pudo con el mejor boxeo del “Asesino con cara de niño” que le ganó dos veces. De esta trilogía salió un logro monumental, ya que después de esta refriega, los empresario se acostumbraron a pagar en cifras de seis ceros a los pesos de menos de 135 libras.

Luego la aparición de Manny Pacquiao cambiaría muchas cosas, incluido el futuro de Erik Morales, quien (otra vez) le ganó la primera al “Pacman”, pero luego se comió dos nocauts los que básicamente acabaron con su carrera.

Ya en este siglo pelearon cuatro veces Rafael Márquez e Israel Vázquez quienes dejaron en su trayecto bélico dos veces la “Pelea del Año” y cuya rivalidad tuvo menos relieve del merecido por ser peleadores que se encontraban entre las 118 y 122 libras.

También son famosas las trilogías entre Zale y Graziano, y los viejos del boxeo no olvidan a Patterson – Johansson por lo que suponía un choque étnico marcado por toda clase de adjetivos.

Todos marcados por la grandeza, pero todos tapados por Alí- Frazier, única e inolvidable por lo que fueron y por lo que son.

Hoy celebramos que Pacquiao- Márquez peleen cuatro veces. Y sí, está bien, a secas, pero la calidad de los enemigos y el momento histórico juegan su papel.

Un muro en el Salón de la Fama del boxeo en Canastota (NY), en el que parece no haber espacio para más hazañas, cuenta la historia de Sam Langford, un canadiense a quien llamaban “Baby Brea” por ser afroamericano total, quien cumplió toda su carrera en Boston.

Aquél hombre tuvo 293 combates y que pasó de los ligeros a los pesos pesados, con 1.70 de estatura, como ver a “Pacman” pasando de peso mosca a welter, sin dolerle una muela.

Langford tuvo siete series de más de cuatro combates. Baste decir que peleó 18 veces con Harry Wills y 15 veces con Sam McVea. El pobre Langford quien vivió en la peor época de la segregación racial en el deporte, no tuvo la suerte de cruzarse con Don King, Bob Arum u Oscar de la Hoya y terminó tan mal que después de su muerte en 1956, debió esperar hasta 1990 para recibir su exaltación al Salón de la Fama.

Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain