Guerra entre cárteles agudiza la violencia en México

La guerra entre cárteles ya suma más de 4,500 muertos durante este gobierno en México

Policías aseguran el lugar donde encontraron los cadáveres de cinco hombres y dos mujeres en el interior de una casa en un barrio de bajos ingresos en la ciudad turística de Cancún, México, el domingo 14 de abril 2013.

Policías aseguran el lugar donde encontraron los cadáveres de cinco hombres y dos mujeres en el interior de una casa en un barrio de bajos ingresos en la ciudad turística de Cancún, México, el domingo 14 de abril 2013. Crédito: Archivo/AP / Novedades de Quintana Roo, Jesús Tijerina

MÉXICO, D.F.— Sea por el Atlántico o por el Pacífico el resultado es el mismo: las regiones de desembarque de la droga a México para iniciar su camino hasta el gran mercado de consumo estadounidense son desde tiempos del presidente Felipe Calderón y hasta la fecha las más peleadas y desangradas del país.

México sigue a la cabeza como el territorio que abastece de estupefacientes a Estados Unidos a través de las rutas de tráfico que comienzan por mar en Sudamérica —sobretodo Colombia para la cocaína— pero también desde China, con la importación ilegal de precursores químicos para elaboración de drogas sintéticas como el ICE.

La maquinaria del contrabando se aceita con buques de gran calado, lanchas de todo tipo y hasta submarinos que se mueven sigilosos por las aguas mexicanas de vastas costas desoladas donde bajan el producto sin mayores contratiempos a no ser por la codicia de los cárteles en disputa.

Unos contra otros o en alianzas, según pinten las bajas, los nuevos líderes o reestructuraciones, siguen intactos en los partes militares: el cártel de Sinaloa, liderado por el prófugo Joaquín, El Chapo, Guzmán; el cártel del Golfo, Jalisco Nueva Generación, el de los Beltrán Leyva o Los Zetas.

De Guerrero a Sinaloa y a veces hasta Baja California, por el Pacífico; o de Quintana Roo a Tamaulipas, por el sur y noroeste, la pelea es centímetro a centímetro con más de 4,500 muertos como resultado desde que Enrique Peña Nieto asumió el poder.

La disputa en tierra ya no es por el ingreso sino el tránsito y la venta local en urbes y poblados en la ruta transversal de este a oeste, en los estados centrales – incluyendo el Distrito Federal- y fronterizos.

Esta violencia extrema, la corrupción o la inconveniencia de quedar en medio de las riñas trajo la aparición pública de las guardias de autodefensa como un ingrediente más en la candente olla de presión de la discordia del narcotráfico por el territorio.

La disputa territorial por las rutas

Los detalles son una réplica del espanto cotidiano en casi siempre los mismos sitios.

Son ciudades, carreteras, terrenos baldíos de los estados que bordean los 10,760 kilómetros de costa del país, por donde desembarca el 80% de la droga, el ingreso de la travesía hasta la frontera con Estados Unidos.

Nueve descuartizados y siete ejecutados en Tamaulipas, 14 asesinatos en Coahuila, incluyendo al director del reclusorio de Piedras Negras; 12 cuerpos hallados en Veracruz y ocho en Quintana Roo, sin contar el producto no logrado de una embarazada, es el recuento rojo de abril por la zona del sur y noroeste mexicano.

El Pacífico también dio su parte. Familias cosidas a balazos en Guerrero; cadáveres entre las milpas, sobre el asfalto o en parajes inhóspitos de Michoacán, Jalisco y Sinaloa mientras la puerta de entrada a territorio estadounidense también sumó su cuota en Sonora, Nuevo León o Chihuahua y Baja California.

Más de 4,500 asesinatos han ocurrido bajo la administración de Enrique Peña Nieto que empezó en diciembre pasado y la mayoría fueron en las ocho entidades que representan rutas claves en la geografía del ingreso de los enervantes al país procedente de Sudamérica, principalmente de Colombia.

Los cárteles pelean con la saña y virulencia de siempre, empoderados desde hace unos años, según un estudio del Woodrow Wilson Center que señala a los barones de la droga mexicanos como los comerciantes “dominantes” del producto en Colombia, “donde hoy imponen el precio de la cocaína, la producción y la distribución”.

Con el dominio en Sudamérica, los vastos territorios de playas vírgenes en México son un valioso botín que se arrebatan las organizaciones del Pacífico Sur, Federación de Sinaloa (al mando del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán), Caballeros Templarios, Jalisco Nueva Generación, Zetas y nuevas células que surgen de la división de los cárteles o la muerte de algún líder.

Las rutas de entrada y de producción

En el Pacífico, por ejemplo, la región de la Costa Grande guerrerense fue escenario de muerte para 925 personas en 2012. La crueldad de los ataques llevó al abandono de 20 comunidades después de la racha de malas noticias que incluyó la desaparición de ocho personas, entre ellos, los alcaldes de Coyuca de Benítez y de Tecpan de Galeana.

A la desbandada de nativos siguió la aparición pública de “guardias comunitarios” con armas de fuego de alto poder que tomaron la seguridad en sus manos con el argumento de la falta de acción del Estado frente a un contrapoder de criminales que mutaron sus actividades.

Del trasiego de droga a la “explotación mafiosa del territorio” como describió Antonio Mazzitelli, jefe de la oficina regional contra la Droga y el Delito de la ONU. “La aparición de las autodefensas son una señal clara”, dijo.

En Michoacán, otro de los territorios cotizados para el ingreso de cocaína sudamericana y de pseudoefedrina procedente de China para la droga sintética, el Ejército mexicano detuvo a 34 personas armadas como “autodensas” a las que acusó como parte del personal del cártel Jalisco Nueva Generación (JNG).

Los militares tienen identificados en Michoacán y Jalisco a seis organizaciones criminales que se disputan la zona para la siembra, producción y tráfico de estupefacientes.

Tras la muerte en febrero pasado de José Manuel “El Gordo” Garibay, uno de los líderes de JNG, durante un enfrentamiento con gatilleros del cártel de Sinaloa, la consultora estadounidense Stratford pronosticó un incremento de violencia “en tanto se buscan nuevas alternativas para hacer llegar el producto a Estados Unidos”.

La otra opción sería la ruta del Golfo de México (sureste) que es la manzana de la discordia de Zetas, Golfo, Sinaloa y nuevas células que surgieron tras fracturas de las grandes organizaciones como “Sangre Zeta” después de la muerte en 2012 de Eriberto Lazcano.

Por Quintana Roo y Veracruz ingresan los cargamentos de droga por mar o vía aérea y desde ahí suben hacia Tamaulipas hasta la frontera con Texas, un trayecto más corto en comparación con el Pacífico.

Las rutas de traslado

Una vez dentro de territorio mexicano, el tránsito de la droga salpica de sangre las diversas rutas del traslado, aunque en menor medida que en las regiones de desembarque.

El Ejército mexicano tiene identificada la ruta del centro pasa por Chiapas, Oaxaca, Morelos, Estado de México, Distrito Federal, Tlaxcala, Puebla, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes, Zacatecas, Durango, Sonora, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua.

La Ruta Transversal peninsular comprende los estados de Nuevo León, Coahuila, Durango, Sinaloa, Baja California Sur y Baja California. La del Pacífico abarca los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California. La Ruta del Golfo comprende Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas.

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