Leer beneficia las emociones

Investigaciones recientes han arrojado resultados interesantes sobre el efecto de la lectura en las emociones.

Leer desde temprana edad favorece la sensibilidad.

Leer desde temprana edad favorece la sensibilidad. Crédito: Thinkstock

El Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia realizó estudios acerca de cómo impacta la lectura en el cerebro y los resultados fueron muy reveladores, como el hecho de que cuando la zona cerebral que se ocupa del reconocimiento de palabras, se activa con mayor facilidad, cada vez que los términos que se leen tienen relación con una emoción, por ejemplo, como felicidad, tristeza o enojo.

Otros hallazgos al respecto se refieren a otros beneficios que aporta la lectura, como que quienes desarrollan este hábito, impulsan otras habilidades cerebrales: tienen la capacidad de simular mentalmente situaciones como las que han leído en un libro.

Mentes privilegiadas

Hoy en día la oferta literaria es tan amplia que nos permite tener acceso no sólo a diversos géneros, también a otros idiomas e incluso podemos seleccionar la edad a la que va dirigido determinado texto.

Al parecer todos estos elementos podrían responder solamente a la necesidad del lector, pero lo cierto es que cuando se trata de ejercitar el cerebro, cada uno juega un papel importante para que éste tenga una mayor actividad.

La doctora Andrea Gómez Palacio, neuróloga experta en aprendizaje, explica que este órgano se ejercita gracias a la actividad de leer, “se ha comprobado en estudios que al hacerlo hay actividad cerebral en distintas zonas que en apariencia solo la tenía cuando una persona vivía en carne propia una experiencia, pero ahora se sabe que si la historia incluye la descripción de emociones, el lector es capaz de registrar impulsos en esas áreas”.

El acto de leer es mucho más profundo y benéfico que propiciarnos un rato de esparcimiento, sobre todo cuando valoramos la forma en que influye en las emociones, tanto en su desarrollo como en un manejo sano de ellas, porque el hecho de seguir una historia, de involucrarnos con los personajes, nos permite identificarnos así como imaginar lo que sentían y hasta impregnar la historia de la forma en que uno resolvería determinada situación.

La experta explica que cuando aprendemos a leer, se activa el cerebro y el sentido de la vista que se adaptan para reconocer la escritura; en el proceso se realiza la captación de las imágenes y posteriormente el procesamiento de lo que significan las palabras, lo descifra y finalmente les da un sentido.

“Cuando somos lectores frecuentes y de textos largos, esta acción se intensifica y es lo que potencia el ejercicio cerebral, haciéndolo complemente distinto al de una persona que no realiza esta práctica. Los cerebros de los lectores entienden de otra manera el lenguaje, procesan diferente las señales visuales, razonan y guardan los recuerdos de forma distinta. Lo que leen se integra a su conocimiento y también a la experiencia personal”, agrega Andrea Gómez.

Hay motivos para acompañarte de un buen libro, pero si todavía lo dudas, piensa en todos los beneficios que te aporta a nivel emocional y obsérvalo como un camino para darle mantenimiento al cerebro y a tu salud mental, ¿Tu ganancia final? Podrás interpretar el mundo de una manera más sensible.

Para leer

  • El arte de pensar. Rolf Dobelli. Ediciones B
  • Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía. Rüdiger Safranski. Tusquets Editores

Colaboración de Fundación Teletón México

“La prudencia empodera las palabras”

Bojorge@teleton.org.mx

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