Crítica de cine: ‘Iron Man 3’ es la mejor entrega de la serie

El cambio de director le ha sentado bien a la saga 'Iron Man'. En 'Iron Man 3', Shane Black sustituye a Jon Favreau, director de las dos primeras partes, inyectando más humor, energía y estilo a la saga. Repiten en el reparto Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow, Don Cheadle y el mismo Favreau.

Robert Downey Jr.  regresa como Tony Stark en 'Iron Man 3'.

Robert Downey Jr. regresa como Tony Stark en 'Iron Man 3'. Crédito: <copyrite>MARVEL</copyrite><person>DISNEY< / person>

Josep Parera/Crítico de cinejosep.parera@laopinion.com

Debo reconocerlo: nunca he sido un fan de las aventuras cinematográficas de Iron Man. Hasta ahora.

Lo cierto es que la primera entrega, estrenada en 2008, terminó siendo una intrascendente aportación al subgénero de los súper héroes, con una considerable falta de garra visual —el director fue el también actor Jon Favreau—, un villano sin entidad y solo un Robert Downey Jr. que se tomó su personaje de Tony Stark (más conocido como Iron Man) con un tono de humor saludable.

Iron Man 2 llegó dos años después, con el mismo director y muchísimos peores resultados en todos sus niveles, aunque, eso sí, resultó un éxito comercial mucho mayor.

Iron Man 3, que se estrena esta noche —aunque llegó al mercado internacional la semana pasada, recaudando casi 200 millones— y ha sido clasificada PG-13, se convierte fácilmente en la mejor entrega de la franquicia.

Y por muchas razones.

La primera, el cambio de realizador. Favreau —que participa en esta entrega como actor en el papel del guardaespaldas de Stark, Happy Hogan— ha sido sustituido por Shane Black, quien fuera guionista de excelentes filmes como Lethal Weapon o The Long Kiss Goodnight y que con anterioridad había dirigido la interesante pero fallida Kiss Kiss Bang Bang.

Black inserta en el guión de Iron Man 3 dosis de comedia absolutamente arrebatadoras, al tiempo que asienta a Iron Man en la realidad de un mundo mucho menos sofisticado que el de The Avengers, pero mucho más realista y, por lo tanto, cercano al espectador (fue un gran acierto, por ejemplo, incorporar el personaje del niño al que da vida Ty Simpkins y que mantiene con Stark un constante e hilarante tira y afloja dialéctico).

La historia muestra a un Iron Man afectado emocionalmente por las desventuras sufridas en The Avengers, y obligado a enfrentarse al desafío de un peligroso terrorista, The Mandarin (Ben Kingsley), éste apoyado por un científico (Guy Pearce) peligrosamente enamorado de Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), la inseparable asistente de Stark.

Downey Jr. deja de lado la irritante petulancia que demostró en Iron Man 2 para mostrar a un personaje mucho más maleable y vulnerable, mientras que el resto del reparto —mención especial para Pearce, Paltrow y especialmente Kingsley— lo apoyan de forma impecable.

Iron Man 3, gracias a sus excelentes secuencias de acción (el rescate del Air Force One, por ejemplo), a sus exquisitos diálogos y a sus inolvidables sorpresas, se convierte de este modo en la gran película de un verano cinematográfico que solo ha hecho que empezar.

Esperemos que no sea la única.

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