Madre Laura será la primera santa colombiana
Laura Montoya Upegui, una religiosa misionera colombiana será canonizada por el Papa Francisco este domingo y será la primera mujer de su país elevada a los altares.
BOGOTA— Miles de feligreses comenzaban a llegar el viernes a Jericó, un pequeño poblado del noroeste colombiano y localidad natal de la madre Laura, una religiosa que el domingo será proclamada en el Vaticano como la primera santa colombiana.
Jericó, una región agrícola de apenas 13,000 habitantes, espera la llegada de unos 15,000 visitantes para recorrer la casa natal de la madre Laura Montoya Upegui y presenciar la ceremonia desde el Vaticano transmitida en vivo por televisoras locales en tres pantallas gigantes colocadas en el poblado, dijo Diego Ríos, secretario de gobierno de Jericó.
Enclavado en la cordillera central de Colombia, el poblado vive actualmente una “Lauramanía” con venta de imágenes de la religiosa, gran afluencia de visitantes y un ambiente de alegría, agregó Ríos en diálogo telefónico con The Associated Press.
La madre Laura nació el 26 de mayo de 1874 en Jericó, ubicado en el departamento de Antioquia, a unos 230 kilómetros al noroeste de Bogotá.
Huérfana de padre a los dos años, Laura Montoya, sus dos hermanos y su madre Dolores Upegui se trasladaron a Medellín, capital de Antioquia, donde a los 16 años Laura comenzó a estudiar para ser maestra, según su biografía oficial en la página del Vaticano.
En 1914, con el apoyo de la iglesia de Antioquia, fundó la congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, y con cinco compañeras y su madre Dolores emprendió un viaje hacia Dabeiba, en el norte de Antioquia, donde desarrolló su labor de catequesis y atención a los más pobres e indígenas como misionera.
Su devoción por los más necesitados comenzó a ser reconocida, tanto como su labor por impulsar el trabajo de mujeres misioneras en medio de la tupida selva que en aquellos años cubría esa región colombiana. La madre Laura murió a los 75 años en Medellín, el 21 de octubre de 1949. Para entonces su congregación de misioneras trabajaba ya en 90 casas distribuidas en tres países, con un total de 467 religiosas.
En la actualidad las misioneras de la madre Laura trabajan en una veintena de naciones, según el Vaticano.
Al ser declarada santa el domingo, su veneración pública está autorizada y se espera estimule un auge en las devociones y la práctica del catolicismo en esta nación, donde la mayoría de sus 46 millones de habitantes se declara católico, indicó telefónicamente Hernán Olano, experto en derecho canónico y director del programa de humanidades de la Universidad de La Sabana, en Bogotá. Con su proclamación en Roma, la madre Laura ingresará a un grupo de al menos 10.000 santos con los que cuenta la Iglesia Católica, añadió Olano.
De las 34 religiosas que acompañaron a la madre Laura en el momento de su muerte, sólo sobrevive la hermana Estefanía Martínez Velilla, conocida en la comunidad como la madre Estefanía.
Estefanía, hoy de 90 años, tenía 20 cuando ingresó a la congregación de la Madre Laura.
“La conocí desde pequeña porque mi mamá y mi tía estudiaron en el colegio de la madre Laura… Ella me quería mucho porque era hija de una de sus alumnas”, recordó en diálogo telefónico co la AP la madre Estefanía, quien acompañó a la que será la primera santa colombiana en los últimos tres meses de su vida.
En Antioquia, con cariño y respeto, según la madre Estefanía, “decían que (la madre Laura) estaba loca” porque en aquellos años “era inconcebible que una mujer se fuera a vivir a los montes con los indios, sin ninguna comodidad, sin ninguna asistencia espiritual”.
Antes de quedar en silla de ruedas, en los últimos 10 años de su vida, la madre Laura cuando iba a misiones en favor de los indígenas “tenía que hacer un esfuerzo inmenso. Iba casi arrastrándose del brazo de los sacerdotes y peones que la acompañaban”.
Sobre las enfermedades de la madre Laura, la nonagenaria religiosa recordó que “ella casi siempre vivía con fiebre; ella murió de linfangitis; las piernas se le hincharon desmesuradamente… Se le ponían unos ungüentos con gasa y ella decía: ‘Yo siento esto que me ponen como costales, como lonas’. Sólo los últimos tres días estuvo inconsciente”.
La religiosa recuerda que apenas murió la madre Laura “empezó a llover a cántaros… Al día siguiente la enterramos en la cripta y llovía todo el tiempo. Y nosotros, con hábito blanco y escapulario azul, nos aguantábamos toda el agua. Y la gente ahí, nadie se movía”.
La madre Laura está sepultada en una cripta en una de las más empobrecidas barriadas de Medellín: Belencito.
El camino de la madre Laura a los altares comenzó en la década de 1960 de la mano de religiosos de Medellín y ha sido impulsado a lo largo de décadas, hasta que el papa Juan Pablo II la declaró beata en abril de 2004, explicó en entrevista telefónica monseñor Alberto Giraldo, quien fue arzobispo de la capital antioqueña para la época de la beatificación de la madre Laura y que actualmente es administrador de la Diócesis de Armenia, en el centro del país.
Pero el momento clave para llegar a la santidad fue la curación de un médico de Medellín en 2005, una sanación considerada “un milagro”, requisito indispensable para que la Iglesia Católica proclame la santidad de alguien.
“Lo importante es que se sella de manera espontánea frente a gran cantidad de situaciones adversas, en otras palabras: se cerró a pesar de la infección”, narró Carlos Eduardo Restrepo, médico anestesiólogo de 42 años quien sufría una perforación de un centímetro de diámetro en el esófago, entre otras dolencias, cuando en enero de 2013 dijo que le rezó y pidió ayuda a la madre Laura desde su cama en un hospital de Medellín.
“Es un tejido que se cierra muy difícilmente y menos cuando hay esas situaciones tan agravantes que yo tenía” con lupus y poliomielitis, añadió Restrepo en entrevista telefónica. Luego de rezarle a la madre Laura la fiebre y el dolor comenzaron a disminuir y en dos meses consiguió salir del hospital tras nueve meses de incapacidad, agregó.
Restrepo, soltero y sin hijos, dijo que entonces decidió viajar de Medellín a Jericó para agradecer su recuperación a la madre Laura y allí las hermanas de la congregación escucharon su historia y la transmitieron a la arquidiócesis de Medellín, que a su vez presentó el caso al Vaticano.
Restrepo viajó a la Santa Sede en 2008, fue entrevistado por médicos y presentó todos sus exámenes. En junio de 2012 se concluyó que su curación había sido un milagro, que no había explicaciones médicas para aquella sanación, agregó.
El médico, quien se declaró católico, viajó la víspera a Roma para asistir a la ceremonia de proclamación de la madre Laura como santa.
Restrepo no es el único que estará en la capital italiana: se espera que el presidente Juan Manuel Santos, la primera dama María Clemencia Rodríguez y sus tres hijos, junto a la canciller María Angela Holguín, autoridades de la Conferencia Episcopal de Colombia, de Jericó y Antioquia viajen el viernes al Vaticano para los actos del domingo, según la oficina de prensa de la casa de gobierno.
Otros ocho religiosos colombianos también están camino a los altares luego de que el papa Juan Pablo II los elevara a la dignidad de beatos, según el periódico El Catolicismo, de la Arquidiócesis de Bogotá.
Siete de ellos, de la Orden Hospitalaria y beatificados en 1992, fueron asesinados en Barcelona en agosto de 1936 durante la Guerra Civil Española: Luis Arturo Ayala Niño, Esteban Maya Gutiérrez, Rubén de Jesús López Aguilar, Ramón Ramírez Zuluaga, Juan Bautista Velásquez Peláez, Gaspar Páez Perdomo y Eugenio Ramírez Salazar.
El otro beato colombiano es el sacerdote Mariano de Jesús Eusse Hoyos, conocido como “el padre Marianito” y quien fue beatificado en el año 2000.