Alianza inconclusa entre presidente Kennedy y los latinos

Kennedy ganó un 91% del voto mexicoamericano en Texas y se quedó con el estado por un margen de 30,000 votos

Ernest Eguía escuchó a Kennedy el 21 de noviembre de 1953.

Ernest Eguía escuchó a Kennedy el 21 de noviembre de 1953. Crédito: Antonieta Cádiz

Houston-. La noche del 21 de noviembre de 1963 Ernest Eguía esperó en la puerta del Salón Crystal al Presidente John F. Kennedy. El encuentro era un gesto de mutuo respeto, pero también necesidad. Los líderes latinos querían consolidar la representación mexicoamericana a nivel federal y el voto hispano era importante para la campaña presidencial.

Fue una noche indeleble, aunque ocurrió hace 50 años. Eguía integraba el Concilio 60 de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) ubicado en Houston. La organización había organizado el histórico encuentro. La primera vez que un Presidente de Estados Unidos hablaba en un evento exclusivamente para latinos.

Eguía tenía 44 años, participaba activamente en LULAC, además de destacarse a nivel local por su calidad de veterano en la Segunda Guerra Mundial. “Estuvo con nosotros como 20 minutos y fue mucha gente. El lugar tenía como 350 personas y no había lugar para conversar. Parecía un rey, era un hombre que casi todo el mundo lo quería, alguien carismático, con mucha fuerza y al mismo tiempo caridad, que podía abrazar a todos con esa risa de él”, rememoró.

Kennedy estaba ahí por un motivo claro, quería ayuda del voto mexicoamericano para su reelección. Durante su primera campaña se formaron los conocidos grupos “Viva Kennedy” donde líderes locales en estados como Texas, California, Arizona, entre otros, defendieron su campaña y entusiasmaron a la gente para votar por él.

“Los líderes mexicoamericanos le ofrecieron la idea de Viva Kennedy. Su hermano Eduardo fue el que más promovió esto, a la gente de la campaña no les gustaba mucho, pero los hermanos Kennedy pensaron lo contrario y se hizo”, aseguró el profesor Ignacio García, autor del libro “Viva Kennedy: Mexican Americans in Search of Camelot”.

“Estos activistas y reformadores mexicoamericanos eran famosos en su área. Raúl Castro en Arizona, Héctor García y Henry González en Texas, por ejemplo. Cada uno era líder pero no nacional y esa era una de las metas que querían consolidar. Presentaron un mensaje al pueblo mexicano en Estados Unidos: es católico, irlandés, su esposa habla español, es uno de nosotros”, decían.

“Ellos querían que el pueblo mexicoamericano se sintiera estadounidense. Veían la campaña como una forma de conseguir esta meta. También querían que el pueblo a nivel nacional reconociera a los mexicanos y viera que había dificultades por resolver”, agregó.

Un problema grande la época, según Eguía era que los hispanos no votaban. Con “Viva Kennedy” se realizó un trabajo prácticamente puerta a puerta para impulsar a la comunidad.

Los resultados en la campaña de 1960 sorprendieron a muchos. De acuerdo al libro sobre “Política Hispana” de Lisa García, Kennedy ganó un 91% del voto mexicoamericano en Texas y se quedó con el estado por un margen de 30,000 votos. En áreas como Nuevo México obtuvo el 70% del voto mexicoamericano y ganó el estado por 2,000 votos. Aunque perdió California y Arizona, obtuvo un 75% del voto mexicoamericano en estas zonas.

Para 1963 había una deuda pendiente con este sector de su electorado y JFK lo sabía. “Queríamos tener más representación en el gobierno nacional, que el Presidente nombrara más hispanos en puestos importantes. No lo hizo en sus primeros 4 años, así que su popularidad bajó”, recordó Eguía.

Según explicó García, los líderes hispanos habían comprendido que necesitaban estar más presentes a nivel nacional y mantener su presión sobre la Casa Blanca para tener resultados y precisamente la reunión de LULAC en Houston era el comienzo de eso. Había una serie de necesidades que querían enfrentar a nivel nacional.

“Querían que se reconociera que había gente educada que podía servir al país, querían descontinuar el programa Braceros, mejores viviendas, eliminar la segregación en las escuelas”, aseguró.

Eguía no esperaba que el Presidente se hiciera cargo de todas las demandas e incluso

reconoció que era difícil que JFK “tuviera claras todas las ideas respecto a las necesidades de los hispanos a nivel social y político”. Pero lo importante para él es que estuvo ahí y eso era un nuevo comienzo; uno que se vio truncado por su asesinato.

“Fue la última noche de este hombre en este mundo y la pasó con nosotros, eso nunca se me va a olvidar”, concluyó.

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