El mole más sabroso del barrio

El Centro Cultural de la Misión, en San Francisco, mantiene la tradición de este platillo mexicano mediante el certamen anual 'Mole para morirse'

Chocolate, chile ancho, ajonjolí, pan, tortilla, clavo, canela... sólo algunos de los ingredientes para darle consistencia y sabor al exquisito mole mexicano.

Chocolate, chile ancho, ajonjolí, pan, tortilla, clavo, canela... sólo algunos de los ingredientes para darle consistencia y sabor al exquisito mole mexicano. Crédito: Cortesía Adrián Arias / MCCLA

SAN FRANCISCO.— El mole es un platillo de lo más típico, complejo y exquisito de México. Su creación y primeras versiones se remontan a la época de la civilización Azteca, donde se preparaba un guajolote (pavo doméstico) con chocolate, llamado “mulli”, y de donde mas tarde se derivaría la palabra “mole”. Siendo una salsa con una gran cantidad de ingredientes, existen diferentes tipos de mole; entre ellos, el mole poblano como uno de los más populares.

Las leyendas describen la invención del mole poblano casi por intervención divina. Ya sea que la Madre Andrea de la Asunción haya molido diferentes chiles y condimentos en un metate, o que fray Pascual haya vertido por accidente ingredientes azarosos en una cazuela de guajolotes, todo apunta a que la creación del mole, no es más que una iluminación celestial.

Tomen nota, hay moles que llegan a tener hasta 30 ingredientes, como es el caso del mole oaxaqueño. Y su preparación, nada sencilla, puede tomar hasta más de cuatro horas. Veredicto: preparar mole es para valientes. Afortunadamente, existen en el Área de la Bahía muchos entusiasmados por su elaboración. Como prueba está el concurso anual “Mole para morirse”, organizado por el Centro Cultural de la Misión para las Artes Latinas (MCCLA, por sus siglas en inglés).

A mediados de este mes hubo aproximadamente trece participantes que, sobre el acomodo de mesas en forma de “L”, colocaron sus ollas de barro conteniendo el platillo casi sagrado.

Entre las 6:30 y 7:00 de la noche entra el público que paga cualquier cosa por degustar la variedad de sazón que con gotero se vierte sobre los vasitos de muestra. Gota a gota, elíxir de los dioses. Degustar, pasearte por el exhibidor: procesión popular. De repente todos entran en una dinámica donde se colabora activamente, ya sea sirviendo el mole o las bebidas, o simplemente actualizándose con la vida del otro, conversando. Luego, se reparten papelitos y la gente comienza a votar por su mole favorito.

A eso de las 8:30 p.m., la directora ejecutiva del Centro Cultural, Jennie Emire Rodríguez, junto con el director del departamento multimedia, Adrián Arias, se lleva los papelitos para hacer el conteo e identificar al ganador por mayoría de votos.

No faltó quien aprovechó la oportunidad para, junto con su voto, dejar sus comentarios acerca del evento. ¡Felicidades! ¡Maravilloso! ¡Exquisito! ¡Magnífico! Hubo, también, quien hizo una reseña detallada de cada mole en el concurso: picante, muy aguado, en su punto, especiado…

Finalmente llega la hora en que se nombra a las ganadoras: Adriana Almazán, llevándose la medalla de oro. Guillermina Condes y Socorro Romero el segundo y tercer lugar, respectivamente.

Se le preguntó a cada concursante cuáles habían sido algunos de los ingredientes: “chocolate… chile ancho… pasilla… ajonjolí… tortilla… canela… clavo… nueces”, fueron algunos elementos que las ganadoras compartieron. Nuestra ganadora principal, Adriana, anunció: “Estoy orgullosa de este mole, ya que su preparación es la receta familiar”.

Ya lo saben, el mole es un platillo lleno de tradición que si no has probado, no te lo puedes perder. Y aunque uno pensaría que tantos ingredientes te pueden ocasionar indigestión, el mole más bien te salva la inquietud del estómago. Hay quienes dicen que el mole alivia la soledad. ¿No lo crees? Escucha “La cumbia del mole”, de Lila Downs.

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