Irak recae en violencia sectaria ante pasividad del poder político
La profundización del abismo de desconfianza entre los grupos políticos dominaron en 2013 la escena iraquí, agudizada por la guerra civil en la vecina Siria
Bagdad.- La escalada de la violencia sectaria y la profundización del abismo de desconfianza entre los grupos políticos dominaron en 2013 la escena iraquí, agudizada por la guerra civil en la vecina Siria, con la que comparte una amplia frontera.
El dilema más preocupante que afrontó Irak durante este año fue el deterioro de la seguridad, ya que los grupos terroristas intensificaron sus ataques en diferentes provincias, sobre todo, contra la mayoritaria población chií y las fuerzas de seguridad.
Según la Misión de la ONU en Irak (UNAMI), 8,127 personas murieron entre enero y noviembre por los actos de violencia en Irak, entre ellos 7,175 civiles y 952 miembros de las fuerzas de seguridad y militares.
Otras 16,000 personas resultaron heridas en los ataques.
El analista y exmilitar Hasan al Lahibi manifestó a Efe que el deterioro de la seguridad está ligado a la debilidad de los servicios de inteligencia, a la desconfianza entre los cuerpos de seguridad y a la designación de altos cargos en función de su lealtad al gobierno, y no de su competencia.
Al Lahibi consideró que la situación empeoró por la guerra civil en Siria, que estalló en marzo de 2011, lo que ha favorecido la aparición de nuevos grupos terroristas que controlan varios pasos fronterizos comunes.
Dos sucesos en particular han agravado la escalada de la violencia este año: la muerte de 25 manifestantes suníes por la represión policial de una protesta, en abril, en la población de Al Huyaiya, en el norte, y la fuga de más de 500 terroristas de las prisiones de Abu Graib y de Al Hut, en los suburbios de Bagdad.
La ola de protestas de la minoritaria comunidad suní, que se considera discriminada por el gobierno central del chií Nuri al Maliki, comenzó a finales de diciembre 2012 en la provincia occidental de Al Anbar.
Posteriormente, las manifestaciones se extendieron a otras regiones, en especial tras la detención de varios guardaespaldas del ministro de Finanzas, Rafea al Isaui, miembro de la coalición opositora Al Iraqiya, de tendencia laica e integrada por líderes suníes y chiíes.
El analista político Raed al Mula consideró que la raíz de las protestas no es la detención de los guardaespaldas de Al Isaui, sino la marginación que sienten los suníes, así como las redadas policiales y las detenciones que practican las autoridades en sus ciudades.
La ley antiterrorista y la conocida como Ley de Justicia y Rendición de Cuentas, que pretende aislar de la función pública a los exmiembros del antiguo partido gubernamental Baaz, se aplican solamente contra los suníes, según Al Mula.
Sin embargo, lo que más alimenta la crisis es la falta de confianza entre los diferentes componentes de la escena política actual en Irak.
Al Mula estimó que este ambiente de desconfianza se desencadenó después de que Al Maliki, y su coalición chií se desentendieran del llamado acuerdo de Erbil, en el que se basó la formación del gobierno.
En noviembre de 2010, los grupos políticos firmaron en la ciudad kurda de Erbil un acuerdo que permitió formar el gobierno actual y puso fin al vacío político desencadenado por los ajustados resultados de las elecciones legislativas de ese año.
Sin embargo, durante 2013, el acuerdo de Erbil ha quedado en entredicho, así como la capacidad de los bloques políticos de poner fin a una espiral de violencia que parece no tener fin.