La fe en la Virgen de Guadalupe sigue viva en México

Peregrinos honran a la Virgen Morena en su Basílica

Peregrinos en la Basílica  de Guadalupe.

Peregrinos en la Basílica de Guadalupe. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person>Gardenia Mendoza< / person>

MÉXICO, D.F.— El hombre lanza un leve pujido antes de doblar la espalda en un arco hasta que su cabeza toca las piernas y mira en el piso sus rodillas heridas, después de avanzar unos 200 metros hincado para cumplir la promesa de visitar como mártir la Basílica de Guadalupe, en el aniversario 482 de la aparición de la Virgen en el manto del indígena Juan Diego.

Efraín Granados no es el único penitente arrodillado. Se cuentan por miles entre los seis millones de peregrinos que visitan La Villa en estos días con peticiones o agradecimientos de salud y romance; ya para que salve vidas, dé luz a los hijos o para encontrar trabajo, sosiego, calmar el hambre…

Granados hace el mismo ritual cada aniversario mariano desde hace 11 años porque dice que es “un milagro” que su única hija pudo permanecer nueve meses en el vientre de la madre con múltiples amenazas de aborto. Ahora ella lo acompaña para darle agua, secarle el sudor, darle ánimos entre la multitud que se aglomera.

“Ella me ha dado a esta hija maravillosa y hasta que muera yo voy a regresar para agradecerle”, adelanta el padre.

Unos metros atrás, un pequeño de 10 años se lanza al piso apenas cruza la puerta que separa la calzada peatonal del templo. Se limpia el sudor de las mejillas y comienza a avanzar, también de rodillas, al lado de su madre, que vigila la penitencia del muchacho arrepentido por ser mal estudiante.

“Dijo a su maestra que vendría para prometerle a la virgen que mejorará en clase”, explica la madre del joven Gustavo Hernández.

El calor es duro en el patio de la Basílica de Guadalupe a pesar de ser invierno. No hay una sola nube ni muchas opciones para guarecerse porque el templo está a reventar entre misas, oraciones, lágrimas, dolores que llegaron a pie, en camiones, motos y bicicletas.

En tanto, María Freg, una podóloga voluntaria que cada año da curaciones gratuitas en el atrio, ayuda a unas 70 personas al día sanar ámpulas en los pies y peladuras en las rodillas. “No quieren hacerlo tan fácilmente porque creen que si se curan el sacrificio no cuenta, pero cuando ya no aguantan el dolor vienen para acá”.

Arribar de rodillas es una actitud de humildad ante la imagen divina que inició Juan Diego (hoy santo) con la Guadalupana, pero data desde la época de Jesucristo que el México actual aún conserva.

Tomás López, de 53 años, lleva tres calles arrodillado para agradecer “las buenas cosas” que la virgen le ha dado” y José Manuel Cansino, de 18 años, porque su hermana se sobrepuso a una enfermedad.

Y otras historias cuyos protagonistas no quieren revelar porque los rebasa el dolor y apuestan a la fe.

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