En pareja, ¿cuentas juntas o separadas?
Las familias han cambiado mucho y eso ha influido sobre sus finanzas
NUEVA YORK. Alberto Oliver ha vivido con su novia desde hace unos años y ahora esperan su primer hijo. Este puertorriqueño de 33 años, no había pensado cómo organizar las finanzas familiares y personales más allá de la primera conversación en la que decidieron quién pagaba cada factura. Con el bebé de camino se replanteó. ¿Cuentas juntas o separadas?
Depende de cada familia.
El hecho de que se plantee siquiera es porque las familias ha cambiado mucho en los últimos años y eso ha influido sobre cómo las parejas deciden organizar sus cuentas. Una cuestión fundamental es que la gente empieza a vivir en pareja o casarse algo más mayores que generaciones precedentes, las mujeres trabajan y cada uno aporta al hogar ahorros o deuda previa, distintos niveles de ingresos además de un estilo personal de gestionar las finanzas.
Según un estudio de TD Bank, el 30% de los latinos que están en una relación tienen cuentas separadas y lo hacen por la independencia que esto da. El 21% que tiene cuentas individuales lo hace para asegurarse fondos para necesidades individuales, emergencias y gastos personales.
Para gastos domésticos, la mayor parte de los latinos usa las cuentas conjuntas. Hasta el 79% usan estas cuentas para las compras del hogar, el 78% tiene en domiciliado el depósito directo en ellas y el 71% las usa para el ahorro.
Las cuentas separadas ayudan a personas que eran independientes financieramente a mantener un cierto nivel de autonomía hasta que se ajustan a la nueva situación. El tiempo de ajuste puede ser amplio si cada persona tiene un estilo de gestión del dinero, por ejemplo, uno gasta mucho y el otro ahorra más.
Lo que no se debe hacer es mantener secretos sobre las cuentas, cuando están separadas y que solo una persona tome las decisiones financieras cuando estas son conjuntas.
Lo ideal es que las parejas tengan un presupuesto compartido de gastos familiares y objetivos financieros. A continuación, cada uno debe definir su estrategia para lograr esos objetivos desde su posición. Da igual si las cuentas están a nombre de los dos o cada uno tiene la suya siempre que haya diálogo y se establezca cómo puede contribuir cada uno dependiendo de sus ingresos.
Oliver y su novia saben qué tiene cada uno y ambos son ahorradores. Han decidido mantener sus cuentas separadas. Él ha abierto una tercera cuenta para gastos relacionados con el bebé a la que contribuyan ambos.