Los “coyotes” se mueven libres en las terminales de autobuses

Reporte especial Niños migrantes: Los movimientos más frecuentes de los "polleros" y "coyotes" para mover a mujeres y niños se hacen en autobús

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TENOSIQUE, México.— Cuatro motonetas se estacionan en las afueras de la terminal de autobuses para que desde las carrozas integradas a los vehículos desciendan con orden: siete niños, seis mujeres, cuatro varones adolescentes y un hombre mayor vestido de mezclilla y camisa a cuadros. Este último paga por todos.

“Ese es el coyote“, señala Rubén Figueroa, activista del Movimiento Migrante Mesoamericano.

Figueroa junto con otros activistas y sacerdotes católicos que atienden los albergues en la franja fronteriza con Guatemala, documentan desde hace cinco años el modus operandi de diversos grupos de traficantes de indocumentados. “Cobran $7 mil a cada uno por cruzarlos solo por México; $9 mil desde Centroamérica”, afirma.

Los movimientos más frecuentes de los “polleros” y “coyotes” para mover a mujeres y niños se hacen en autobús, representan el 40% del flujo migratorio indocumentado y sería imposible sin la complicidad de las empresas de transporte y de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), precisa.

Dentro de la terminal de autobuses hay un estante vacío y sin vigilancia del INM aunque por Tenosique ingresen alrededor de 70 mil centroamericanos sin papeles al año.

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El grupo que descendió minutos antes desde las motonetas conocidas como “pochimóviles” se dispersa en la sala de espera como si no se conocieran entre sí. Ninguno compra boletos, ya los traen en los bolsillos.

Cargan pequeñas bolsas, visten ropa pulcra y en sus casi inaudibles conversaciones se denota el acento hondureño.

“Vaya”, dice al teléfono el hombre de camisa a cuadros para finalizar una conversación que duró el mismo tiempo que tardó el grupo en abordar el autobús e iniciar el viaje.

Unos metros adelante, en la garita carretera del INM, un agente hace el alto y sube para realizar una supervisión que consiste en caminar por el pasillo, mirar a los costados y regresar a la puerta. No hace preguntas, no pide documentos. Solo baja.

Ya en Villahermosa, Tabasco, el grupo vuelve a hacer tres hileras que caminan por la terminal hasta la sala de espera con rumbo a Nuevo León, el siguiente punto en su ruta hacia el norte.

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