Desilusión empresarial

La estrategia para obtener una reforma de inmigración durante este ciclo legislativo se basó en resaltar la necesidad que tiene el sector empresarial de los inmigrantes por sobre otros argumentos.

La Cámara de Comercio de Estados Unidos tomó un papel público al respaldar una reforma migratoria integral como la aprobada por el Senado. Su presidente Tom Donohue expresó en enero pasado, en el mensaje anual del Estado del Empresariado Estadounidense, su determinación que el 2014 sea el año en que se realice la reforma.

La expectativa era que la estrategia de presión empresarial a favor de la reforma pueda cambiar la actitud de por lo menos algunos congresistas republicanos, que no querrían desairar a un grupo tan poderoso como el empresarial. Pero no fue así.

El problema es que el tema de la inmigración está muy por debajo de las prioridades de la Cámara a la hora de la verdad, o sea de la elecciones.

Una presión seria es la que da a entender a un legislador que si no respalda o rechaza una cuestión, corre el riesgo de perder apoyo y dinero para su reelección. Eso es política, y es precisamente lo que no hizo la Cámara.

En realidad, el grupo empresarial está respaldando en las elecciones de noviembre a los legisladores que precisamente se opusieron a la reforma del Senado y obstaculizaron el proyecto de una medida integral en la Cámara de Representantes.

Se estima que la Cámara está poniendo este año 28 millones de dólares en elecciones a lo largo del país en respaldo —excepto en un puñado de casos- de legisladores que se opusieron a la reforma y para derrotar a los que apoyaron la medida del Senado.

Las prioridades del sector empresarial son la reducción y la desregulación que integran la agenda republicana. Lo demás en esta instancia, como la reforma migratoria es desechable, es irrelevante para el grupo empresarial.

Por eso, los legisladores republicanos ignoraron por completo la insistencia empresarial por la inmigración. Ellos sabían que esas palabras se las lleva el viento, pero no el respaldo político que es lo que importa.

Esta realidad hace reflexionar sobre el futuro de la reforma de inmigración y la sinceridad de esos aliados que la respaldan en público y luego la matan con el dinero

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