Inmigrantes van por licencias a Lincoln Heights

Por primera vez, 1.4 millones de indocumentados en el estado podrán obtener la licencia de manejo

Oficinas de DMV se encuentran repletas de personas que aplicarán para las licencias de manejo.

Oficinas de DMV se encuentran repletas de personas que aplicarán para las licencias de manejo. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

A las 8:00 a.m. se abrió la puerta de la oficina del Departamento de Vehículos de California (DMV) en Lincoln Heighs y comenzó a materializarse el sueño de muchos indocumentados que por años han manejado sin licencia en Los Ángeles.

Hoy inició el proceso para extenderles el documento, gracias a la histórica ley AB 60, y se espera que 1.4 millones de personas se beneficien.

Desde muy temprano más de 60 personas esperaban en dos filas afuera de la oficina del DMV en Lincoln Heights.

Uno de los primeros en llegar fue Jesús García, originario de Jalisco quien tuvo licencia por varios años pero por su estatus migratorio ya no pudo renovarla en 2008 (desde 1993 y hasta hoy, el estado exigía comprobante de residencial legal).

“Hemos andado manejando con miedo, con precaución”, dijo este hombre de 46 años y residente de Lincoln Heights.

Precisamente hoy es el cumpleaños de García y dice que si logra pasar el examen escrito, la primera fase para obtener el documento, lo tomará como un regalo divino. “Si Dios quiere lo pasamos”, mencionó.

Este hombre ya cumplió con esta prueba y por 27 años ha manejando sin problemas en las calles de Los Ángeles, pero él teme que las nuevas regulaciones de tránsito lo hagan fallar en el primer intento.

“Esperamos pasarlo ya ve que cambiaron las leyes de tránsito”, indicó.

Por las gélidas temperaturas que se han registrado en la región, García se abrigó con dos chamarras, un gorro y un par de guantes. Pero lo primero que confirmó traer antes de salir de casa fueron los documentos que necesitaba para tramitar la licencia: pasaporte, matrícula consular y acta de nacimiento. Nada le falta.

Atrás de él, Francisco Michel cuenta que tuvo licencia hasta el año 2005. Tampoco la pudo renovar por no tener papeles. Él vino por primera vez a este país en 1993, justo cuando el estado empezó a negarles este privilegio a los indocumentados.

“Siempre he manejado con el temor de un retén” de la Policía, dijo.

Hasta hoy no se ha topado con uno de estos puntos de control, pero dice que una vez lo multaron por conducir sin licencia.

Michel espera que la pesadilla acabe pronto.

Mientras habla con La Opinión se abre la puerta de la oficina del DMV y se escucha una voz computarizada, tediosa para muchos, pero casi angelical para ellos: “Now serving…”.

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