Fifty Shades of Grey: Dos horas de estereotipos de amor, sexualidad y mujeres

Han pasado 4 años desde que me leí la trilogía de Fifty Shades of Grey.  Siendo bloggera de sexo fue más un asunto de obligación que de gusto. Después de todo la obra de E.L. James estaba causando conmoción y hasta hoy día ha vendido alrededor de 100 millones de copias. El libro no me gustó, y me pareció inconcebible que lo presentaran como una novela erótica, cuando las escenas de sexo eran repetitivas y pobres en creatividad. Hasta ahí llegaba mi crítica, hasta que me fui a ver la película.

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Fifty Shades of Grey, la película, es la copia visual del libro (menos el imponente personaje de Christian Grey que Jamie Dorman no logró personificar muy bien que digamos) pero eso, desde mi perspectiva, no tiene la menor importancia. Lo que sí la tiene es la cantidad de estereotipos y mensajes tradicionalistas sobre las mujeres, el amor y el sexo que llenan las dos horas que dura la cinta. Las (y los) fans del libro puede entrar en cólera profunda contra mi opinión (o simplemente ignorarla) pero es innegable que 50 Shades insiste en perpetuar ideas que pasan de lo conservador a lo violento. Lo que más decepción me da es que el libro haya sido escrito por una mujer. I mean a estas alturas del paseo deberíamos estar contando historias sobre mujeres fuertes, trabajadoras, capaces y complejas que existen no sólo en el mundo de las novelas, sino en la vida real.

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La historia de Fifty Shades of Grey no es muy distante a la de cualquiera de las novelas que me consumí de chiquita: el hombre millonario, misterioso, apuesto y atormentado se encanta con la mujer de clase media trabajadora, inocente y virgen y la persigue hasta que la convence de ser “sólo suya” cuándo y cómo él dispone. Si bien es cierto que casi todas hemos perdido la cabeza por algún chico malo a lo largo de nuestras vidas, estoy cansada de que sigan pretendiendo que toda mujer necesita un hombre que tome control y la “salve” de su mundana existencia.

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¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI una mujer que se gradúa con un título en literatura, trabaja medio tiempo y tiene un buen sistema de amigos puede ser tan falta de personalidad, carácter y auto estima? Seguro, en su vida no hay ejemplos claros de relaciones estables, pero ella no es una princesita desolada, por lo menos no debería serlo.

anastasiaEl tono de la película pasa de gris a castaño oscuro frente a la más preocupante realidad sobre la cual ya se ha abierto conversación en las redes sociales: la relación de Anastasia y Christian es un claro ejemplo de violencia doméstica. Incluso el National Center on Sexual Explotation ha llamado a un boicotiar la película por que esta “gratifica” y normaliza la violencia doméstica. En entrevista con Chica Fresh, Victor Rasuk, quien hace el papel de José, el amigo de Ana en la cinta, dice que la película no tiene nada que ver con la violencia doméstica, porque se trata de algo consensual entre adultos.  Uno de los grandes mitos que existen es que la violencia doméstica se reduce a los golpes de victimario sobre víctima. En realidad, Christian Grey tiene todos los rasgos de un abusador, así lo explica Rania Chmaysani (que usó el sobrenombre de Sarah Salem al publicar su obra), autora de Twisted Forms of Love y quien fuera víctima de abuso por parte de su esposo: es encantador, controlador, celoso, posesivo, manipulador e incapaz de establecer verdadera intimidad.

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Hay quienes discuten que esta película es una romántica muestra de que el amor todo lo puede. Según Rasuk el éxito del libro se debe a que las lectoras acompañan a Anastasia en un viaje que todos los seres pasamos “amor y pasión”: ¿soy yo la única que no encuentra romántico el hecho de que Christian dictamine la comida que Ana puede comer, el médico que debe visitar, la ropa que debe ponerse, sus horarios sociales, sus gestos y hasta cuándo y bajo qué circunstancias puede visitar a su propia mamá? No hay nada de romántico en tener una pareja que controla toda tu existencia e invalida quien eres. Más allá de que es totalmente irreal que se siga apoyando la noción de que el amor es un “sentimiento” incontrolable y no un proceso de conocimiento entre dos personas que supera la simple atracción. ¿Cómo dice Ana estar enamorada de un hombre que no le permite conocerlo? Y más allá ¿cómo es romántica una relación que la pone en situaciones en donde no quiere estar, hace que cuestione su propia moralidad y la deje en medio del llanto? No, no y no. Me niego a seguir aceptando que el papel de una mujer en una relación sea aguantarlo todo, con la esperanza de que él cambie y se convierta en el príncipe azul que siempre soñó.

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Incluso, desde el punto de vista sexual, si quitamos la parafernalia de látigos y esposas que acompañan el play room de Christian, el sexo es pobre, por no decir pobrísimo. Por más virgen que hubiera sido Anastasia (y por más guapo que sea Christian) ninguna mujer se derrite en placer y excitación con dos besos en el cuello. No sucede. Lo que definitivamente no sucede en la película es que Christian se tome el tiempo en el juego previo y realmente explore qué es lo que le gusta a Anastasia sexualmente. No es para nada que critique las preferencias sexuales de quienes encuentran placer en las prácticas de dominación/sumisión, lo que me parece es que ambas personas tienen el derecho y el deber de gozar una sexualidad plena que los haga feliz a los dos.

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Si bien es cierto que la película acaba cuando Anastasia toma la decisión de alejarse de Christian, todas sabemos que regresará en las dos secuelas de la película: Fifty Shades Darker y Fifty Shades Freed. Yo no sólo me niego a ver las dos cintas restantes cuando salgan, sino que invito a las lectoras a analizar el tipo de imagen que estamos consumiendo y reafirmando sobre lo que son las relaciones, el romance, el sexo y el papel de la mujer en todos ellos.

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