Editorial: Debemos de hablar sobre el racismo

Hay quienes creen ya no existe el racismo porque hay un presidente afroamericano y una mayoría de jueces de la Suprema Corte que piensa igual

Protesta por la muerte del ciudadano negro Walter Scott a manos de un policía.

Protesta por la muerte del ciudadano negro Walter Scott a manos de un policía. Crédito: Getty Images

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Se dice que no hay peor mal que del que no se quiere hablar. La matanza de afroamericanos en un iglesia histórica, por sus antecedentes en la lucha por los derechos civiles, a manos de un joven racista abre una oportunidad para una discusión nacional sobre uno de los problemas más serios que enfrenta el país. Es el momento para ser claros en condenar a todas voces el racismo que motivó está masacre. 

Sin embargo no es así. El racismo es un tema incómodo para un sector conservador, ese mismo que integra parte de la base republicana, que culpa de sus problemas a las minorías raciales. Por eso, la primera reacción ante la tragedia, fue adaptada a la narrativa conservadora que hay un ataque a la religión. 

Los precandidatos presidenciales republicanos, en mayor o menor medida, hablaron más de religión que de racismo al referirse a la tragedia. Parecería que no quieren molestar a los votantes blancos del sur que, en parte, comparten las frustraciones de Dylann Roof con las minorías y se sienten perseguidos porque su creencia religiosa es una minoría que no impone sus valores al resto de la sociedad. Los políticos saben que el voto blanco del sur puede decidir al candidato presidencial republicano. 

También sabe a racismo las consideraciones que se tienen hacia Roof como un joven con problemas y la repetida pregunta de qué lo llevó a actuar de esa manera. Estas reflexiones tan generosas, especialmente cuando el acusado es un racista declarado, no existen en los casos de sospechosos afroamericanos ni latinos. Hasta la preocupación de ayer del juez, James B. Gosnell, por la familia de Roof es inusual, ya que no existe tanta compasión cuando acusado es de color.

Hay quienes creen ya no existe el racismo porque hay un presidente afroamericano y una mayoría de jueces de la Suprema Corte que piensa igual. En realidad el racismo está más vivo que nunca. Los políticos explotan el resentimiento racial de los blancos más pobres para explicar sus dificultades. Es más sencillo el populismo de culpar a los inmigrantes y a los afroamericanos en vez de hablar de un sistema económico inclinado contra el pobre, sea del color que sea. 

Esta es la hora de mostrar liderazgo para llamar al racismo por su nombre, para denunciarlo como el terrorismo más peligroso para nuestra sociedad. Hay que hacer lo correcto en vez de cálculos políticos ante semejante tragedia.

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