Joven hispana recibe una segunda oportunidad de vida

Recibe una donación de un corazón que le salva la vida, y ahora quiere dedicarla a promover la cultura de donación de órganos entre los latinos y ayudar a los inmigrantes

Lupita Guerrero habla emocionada después de recibir un corazón que le salvó la vida. /AURELIA VENTURA

Lupita Guerrero habla emocionada después de recibir un corazón que le salvó la vida. /AURELIA VENTURA Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

A sus 26 años, la vida no parecía ser mejor para Lupita Guerrero. Estaba recién casada, se había graduado de la universidad y tenía un empleo en el Consejo de Federaciones Mexicanas (COFEM) donde podía ayudar a muchos inmigrantes como ella. Pero de forma surreal, como ella misma lo describe, de un día para otro se encontró con que para seguir con vida, necesitaba con urgencia un nuevo corazón.

“Todo paso de junio en adelante cuando apenas tenía dos meses de casada. Yo la verdad nunca me hacía chequeos médicos. Uno cuando es joven se siente fuerte, que todo lo puede, que nada te va a pasar. Aunque a finales de 2014 comencé a sentir que me faltaba el aire cuando subía escaleras, no pensé que fuera algo serio”, observa.

Le diagnosticaron atrofia muscular, que debilitaba su corazón y entonces vinieron los días muy difíciles. “No se diga cuando mis malestares se agravaron, yo ya no salía del hospital y mi corazón dependía de las medicinas y máquinas para latir”, recuerda.

“Casi siempre tenía mucha esperanza, pero hubo un día de mucha ansiedad cuando me dijeron los doctores que necesita un trasplante de corazón y me colocaron en una lista de espera con prioridad número uno”, dice.

Foto suministrada por Lupita Guerero de los momentos en que estaba en el hospital.
Foto suministrada por Lupita Guerero de los momentos en que estaba en el hospital. (Suministrada)

LLEGA EL MILAGRO

Y sucedió el milagro, dos días después le avisaron que tenía un corazón. “Me prepararon para la cirugía y todo, y a la mera hora me dijeron que no me podían hacer el trasplante porque ese corazón no venía bueno.

“Me sentí muy mal. Y ahora qué va a pasar, me decía, pero de nuevo a los dos días apareció otro corazón. Ese sí venía muy bien. Me lo implantaron el 6 de octubre y aquí estoy bien emocionada de regreso a mi casa. Cada día me siento un poco mejor, aunque sé que el resto de mi vida voy a vivir tomando un montón de pastillas y con la atrofia muscular, pero me siento increíble”, dice Lupita Guerrero.

Guerrero debera seguir tomando medicamentos por el resto de su vida. /AURELIA VENTURA
Guerrero debera seguir tomando medicamentos por el resto de su vida. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Hace apenas unos semanas, esta joven escribió una carta a la familia de la persona que le donó su corazón. “Ella era una mujer de 43 años. Y fue muy difícil escribirles porque yo me siento feliz, y cómo agradecer a una familia cuando ellos están muy tristes. Yo les dije que lo último que ella hizo fue muy grande, dejarme su corazón. Y eso es un gran acto de amor que se va a multiplicar”, confiesa emocionada.

Y ya ha empezado a multiplicarse, dice Lupita, porque antes ni ella ni su familia estaban convencidas de ser donadores de órganos. “Después de mi trasplante todas mis hermanas se han inscrito para ser donantes de órganos”, revela.

Lupita dice que siente una gran gratitud en su nuevo corazón. “Mi familia y mi esposo no se separaron de mi lado, pero también gente que yo no conocía inició una cadena de oración por mi recuperación”, dice.

LAS LECCIONES APRENDIDAS

Esta joven originaria de Michoacán, México quien llegó a los 15 años a Los Ángeles sostiene que tras el inesperado vuelco que dio su vida este año, aprendió muchas cosas: “Primero que la felicidad está en los pequeños momentos. A veces por el estrés diario no disfrutamos a nuestra familia. Yo estando en cama en el hospital deseaba simplemente poder caminar por mi misma, y poder hacer las pequeñas cosas del día a día”, observa.

Lupita invitó a los jóvenes como ella a no confiarse y hacerse exámenes anuales de salud, a ejercitarse, no para verse bien, sino para sentirse bien. “Aprendí en esos momentos tan duros que todos debemos tener un propósito, y el mío va a ser ayudar a otros, y promover la cultura de la donación. Sé que no es parte de nuestra cultura, como no lo era de la mía, pero debemos hacerlo, no cuesta nada, no te va a doler porque sucede cuando uno ya no puede ser útil, y eso sí, vas a dar propósito a otra vida como a mi me la dio una mujer de 43 años con un corazón más sano que el mío”, dice.

Guerrero dice estar agradecida con la persona que le donó su corazón. /AURELIA VENTURA
Guerrero dice estar agradecida con la persona que le donó su corazón. (Aurelia Ventura/La Opinión)

UN DONANTE PUEDE SALVAR OCHO VIDAS

La organización Done Vida California reportó que hay 22,024 californianos en espera de un trasplante de órgano, de esos 8,885 son hispanos. Cada día en Estados Unidos, 22 personas mueren en espera de una donación. Cuando una persona registrada para donar muere, en promedio dos o tres de sus órganos pueden ser recuperados para un donante, pero una sola persona puede salvar hasta ocho vidas.

Entre enero y septiembre de 2015,  246 hispanos que fallecieron donaron órganos mientras que 161 hispanos con vida también fueron donantes, la mayoría de ellos, dieron uno de sus riñones, y 14 parte de su hígado. Recordemos que se puede vivir saludablemente con un solo riñón. 

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