Un Llamado a los Fieles

Esta semana, desde lejos hemos observado como el papa Francisco hizo su giro por México, oficiando en misas en Chiapas, Ecatepec y Michoacán en camino a la frontera. Las palabras de fe y justicia expresadas por el Santo Padre tuvieron el fin de fortalecer a millones de mexicanos a quienes el Papa instó a permanecer y luchar en contra de la violencia y corrupción que atormenta las familias en todo el país.

Me acordé de la visita reciente del Papa a Cuba y a los Estados Unidos. Como es  el caso esta semana, fueron millones que le escuchaban sus palabras.  Sus palabras parecían llegar hasta el Congreso cuando se dirigió a una sesión conjunta.  Trajo un mensaje especial de respeto para los de nosotros que vivimos en las sombras de este país, lejos de nuestras tierras de origen en México y Centroamérica.  Nos parecía  providencial que el primer papa latinoamericano trajera el Evangelio a los Estados Unidos.

Pero pocos meses después vimos surgir el fenómeno de Donald Trump y Ted Cruz, dos políticos que prometen erguir una muralla en la frontera entre los Estados Unidos y México, deportar a 12 millones de madres y padres sin documentos, y hasta quitarles la ciudadanía de niños nacidos en los Estados Unidos con padres y madres indocumentados.  Qué raro que los candidatos que más odian a los latinos cuentan con su mayor fuente de apoyo entre votantes que se dicen “cristianos evangélicos”.

Parece casi que la ola de fe, humildad y compasión que afectó a los Estados Unidos con la visita del Papa Francisco jamás sucedió.  Más raro aun, parece como si los latinos de fe, católicos, protestantes y  evangélicos que se unieron en todo el país para exigir justicia para nuestras familias y juventud han esfumado.  El dialogo entre la comunidad de fe anglosajón y la comunidad de fe latina parecía haber influido a los evangélicos a adoptar posiciones más humanas.  ¿Qué sucedió con este nuevo consenso de fe?

Las grandes cantidades de gente que salen a ver a Bernie Sanders casi igualan a los que salen a ver a Trump y Cruz pero no apelan tanto a la gente de fe.  Mientras que el Reverendo Barber y su grupo de religiosos afronortemericanos siguen con sus “Lunes morales” y su resistencia al racismo de los republicanos, parece que las campañas presidenciales demócratas no enfatizan apelar a la gente de fe para poder mantener unidas sus coaliciones.

La campaña de odio que los republicanos están llevando a cabo no se confina estrictamente a cuestiones “políticas”.  Apelan a las emociones más bajas de miedo y racismo para movilizar una nueva base hacia la participación electoral. A sus demonios hay que llamarlos por sus nombres y correrlos del país.

Este domingo en mi iglesia la lectura fue de como Jesucristo empezó su viaje fatal desde Galileo a Jerusalén para enfrentarse con los hipócritas religiosos de su época.  Lo primero que hizo era  sacar un demonio de un joven, un demonio que había causado que el chico no pudiera hablar.  De igual manera, tenemos que acabar con el silencio de nuestras comunidades de fe frente los ataques a nuestra comunidad.  Los mudos deben hablar, y deben hablar basándose a su fe y en contra del movimiento de odio que nos ataca.

Yo sí creo que ha llegado el momento de comenzar de nuevo los mitines masivos de gente de fe que antaño ganaron los corazones de los fieles y movieron al presidente Obama al punto de dar sus órdenes ejecutivas.  Ha llegado el momento en que nuestros pastores y sacerdotes y líderes evangélicos nos unifiquen para retomar el poder de la fe de las manos de los que la han falsificado y convertido en un movimiento de arrogancia y odio.

El Papa ya vino a los Estados Unidos. Ahora nos toca a nosotros.