Editorial: El caso Vergara es sobre los alumnos

La protección laboral para los educadores no debe perjudicar a los estudiantes, especialmente de minorías

La estrategia de la escuela primaria Río Vista es precisamente que sus 22 profesores se encarguen de la enseñanza de los 440 alumnos, casi todos hispanos.

Crédito: Ciro Cesar | La Opinion

Los maestros son vitales en la educación del alumno. La diferencia entre un buen educador y uno que no lo es tiene un impacto en el aprendizaje del estudiante y en su futuro, ya sea académico como laboral. Hay padres muy preocupados porque ven cómo sus hijos no aprenden, se atrasan en la escuela y la impotencia de los directores ante sus inquietudes.

Creemos que la mayoría de los maestros están comprometidos con su carrera y con el aprendizaje del alumno. Hay otros que no, como los que no crean un ambiente de aprendizaje y  los que se desinteresan de sus alumnos poniendo un video para luego hacer sus cosas personales; las historias abundan.

Mucho más nos preocupa que los maestros incompetentes sean trasladados a las escuelas más pobres y de minorías. Que los alumnos que ya tienen más obstáculos sean los más perjudicados. Los educadores merecen respaldo para mejorar y si no, seguir otra carrera, sin que le cueste un dineral al distrito escolar.

De todo esto surge el Caso Vergara que hoy se encuentra en el proceso de apelación después de que un juez determinó que las reglas actuales correspondientes a la permanencia del maestro, y en casos de despido con causa, y de baja en caso de recortes de plantilla necesarios, son inconstitucionales.

Es desafortunado que tenga que intervenir el juez para dirimir una cuestión laboral- educativa, pero ya fracasó varias  veces la búsqueda razonable a través de la legislatura de un punto medio entre el interés sindical de proteger el trabajo de los profesores y el de los padres que quieren buenos maestros para sus hijos, sin importar de donde vengan.

Es cierto que la demanda está financiada por millonarios que quieren hacer cambios en el sistema educativo público, como también que las dificultades en la enseñanza y el aprendizaje no se limitan a la calidad de los maestros. Pero este argumento en este caso no es más que una defensa del presente inaceptable que frustra a los padres.

Los maestros cumplen una misión importantísima que merece ser reconocida. Su presencia es tan vital, que no puede ser ignorada cuando no cumple su cometido,  porque corre el peligro de arruinar el futuro de un alumno.

Esperamos que al fin del día, Vergara sirva para crear un nuevo balance negociado entre los interesados, que responda a la inquietud de los padres para que sus hijos tengan una buena educación pública.

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