El problema con los prestamos estudiantiles

Muchos estudiantes caen en una deuda grande con colegios y universidades que son esencialmente fraudolentas

La mayoría de los colegios que cerraron estaban localizados en California.

La mayoría de los colegios que cerraron estaban localizados en California. Crédito: Ciro Cesar | La Opinión

Muchas personas en los Estados Unidos están asfixiadas bajo el peso de la deuda por los préstamos estudiantiles. Peor aún, su propio gobierno es el cómplice.  El gobierno federal facilita el acceso al crédito a través de su Solicitud Gratuita de Ayuda Federal para Estudiantes – solicitud en línea FAFSA. Es un nombre irónico, ya que no hay tal cosa como un “almuerzo gratis”.

La tasa de interés se fija en torno a un 6%, y este entra en vigor rápidamente, tan pronto como el estudiante termina su educación o la abandona. Los estudiantes que se atrasan en el pago de los préstamos pagan el precio de un historial crediticio negativo que les complica el futuro para salir adelante.

En algunos casos, los estudiantes caen en un deuda grande con colegios y universidades que son esencialmente fraudolentos, que llegan a tener un nivel de deserción de hasta el 70%. El problema de estos centros de instrucción hoy cobra más atención por la controversia alrededor de la extinta Universidad Trump, sobre la cual hay tres demandas judiciales por estafa.

Esta escuelas siguen aceptando  alumnos para poder engancharlos con los préstamos federales, que pagan su matrícula. E incluso si el estudiante abandona o encuentra que el título obtenido es de poca utilidad para conseguir un trabajo, él o ella se ha quedado atascado con la deuda del préstamo.

Estos centros educativos manejan a los estudiantes para reclutarlos con folletos relucientes, videos de lujo y comerciales atractivos que a veces utilizan mensajes engañosos. Algunos incluso se dirigen a ciertos grupos étnicos por tener portavoces de minorías como reclutadores o modelos en los comerciales. Que pena por estas personas que participan en estas estafas, mientras que los colegios/universidades llegan hasta usar la música urbana para atraer a jóvenes de las minorías.

Muchos estudiantes sienten vergüenza de quedar atrapados con este tipo de préstamos que pueden llegar a los cientos de miles de dólares, obligándolos a ir a vivir con sus padres o incluso en la calle. Esto no debería estar pasando.

El presidente Obama y el Congreso deben promulgar nuevas leyes para hacer que estos colegios y universidades sean responsables. Algunos probablemente merecen ser procesados por la justicia por los mensajes engañosos de reclutamiento. Y los candidatos presidenciales actuales tienen que adoptar una postura en esta importante cuestión nacional. Es el momento de frenar el sistema de préstamos estudiantiles corrupto. Ya es suficiente.

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